lunes, 3 de mayo de 2010

UNA HERMOSA EXPERIENCIA DE EVANGELIZACIÓN. RESALTAR LA CRUZ



"Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar a mundo, sino para que el mundo se salve por Él". Jn., 3, 17. "Cuando yo sea levantado de la tierra atraeré a todos a mí". Jn. 12,32.

LA CRUZ DEL AMOR SIN LÍMITES

En Septiembre de 2007 surgió la idea de tener una Cruz Peregrina que nos acompañara en las celebraciones, un icono del Amor sin Límites, de Su Misericordia que le lleva a decir “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc. 23, 34). La cruz y lo que representa, la resurrección y muerte de Jesús, es la luz para cada paso que damos.

Cruz Peregrina porque no queremos que esté estática, colgada de una pared, porque es universal, porque es en la Cruz donde Jesús ofrece la reconciliación a todos. Una Cruz Viva, que permanecerá por un tiempo en cada comunidad que nos acoja, y que deseamos sea un icono de unión, un recordatorio de que no estamos sólos, una ventana abierta de par en par que nos asome a Jesús y a su evangelio. La Cruz llevará de la mano un compromiso solidario.



A principios de 2008 se cortó la madera, 180 cms. de altura, con una forma similar a la Cruz de San Damián o a la de Taizé. Ya teníamos la base y queríamos que el icono fuera algo más que una imagen bonita o una gran obra de arte. Un icono es en boca de Michel Quenot, “Teología en imagen”, una imagen cargada de símbolos que sustituyen la palabra. Por eso entendimos que era la Cruz desnuda la que nos iba a descubrir esos símbolos. La Cruz de Jesús estuvo desnuda antes de que Él muriera en ella. Incluso es posible que otras personas anónimas sufrieran el tormento en esa misma Cruz antes de que lo hiciera el propio Jesús.

La Cruz queríamos y queremos dejar que nos hable… sin intentar comprender, abrir el alma para recibir el mensaje. Cuando te dejas, te interpela, y se revela en el silencio de un cara a cara. Dicen que el icono debe ser un recuerdo constante de la finalidad de la existencia humana: llegar a ser imagen de aquello en lo que creemos, alimentados por la luz del Espíritu. El icono invita a quien lo contempla a ser eco de esa luz en el mundo.

Por tanto, la Cruz ha de ser un cruce de miradas, un cruce de vidas, que llega más allá de lo que nuestros pobres ojos pueden contemplar. Es una invitación al asombro, donde todo nos lleva a ver las cosas con ojos nuevos. Podría decirse que es un viaje al interior del alma. Preguntarse no sirve, querer entenderlo tampoco, pues siempre tiene algo que decirnos y siempre descoloca nuestros propios argumentos.


LOS SIGNOS

El 1 de marzo de 2008, en la Parroquia de Sant Francesc de Paula de Palma, tuvimos la primera oración ante la Cruz desnuda, ante la madera cortada. Los asistentes fueron escribiendo espontáneamente sentimientos, pensamientos, oraciones, compromisos... La Cruz quedó varios días en la iglesia y el Viernes Santo, 21 de marzo de 2008, oramos de nuevo ante ella. El día 4 de abril, la pintora mallorquina Carolina Amigó se llevó la Cruz para continuar preparándola. Antes la llevó a la casa de una persona con cáncer que escribió: "Gracias Dios mío por tanto bueno entre todos mis hijos. El que no coja la Cruz y me siga no es digno de mí. No permitas que yo jamás la deje". Horas después esta persona se marchó al encuentro con el Padre.

En la parte superior de la Cruz podemos ver la Paloma que representa el Espíritu Santo. Esta ha sido pintada con agua del Jordán. En el Jordán se produce una manifestación de la Santísima Trinidad. La Paloma se posa sobre el Hijo y al mismo tiempo se oye la voz del Padre. En el Jordán Dios Padre quiere mostrar que el Amor que tiene a su Amado es el mismo que dispensa a los que renacerán por el agua y por el fuego. El que emerge de las aguas del Jordán no es simplemente Jesús de Nazaret sino el Cristo total, es decir, el nuevo Pueblo de Dios totalmente identificado en su Cabeza. Dios nos dice a cada uno de nosotros "éste es mi Hijo amado en quien me complazco". La inmersión en el agua representa su muerte y su emersión nuestra resurrección en Cristo.

A la izquierda de la cruz aparecen varios peces. Debajo de ellos hay tierra de las catacumbas romanas de San Calixto, tierra pisada por cristianos perseguidos. El pez es uno de los símbolos más antiguos del cristianismo. Ya en las catacumbas de San Calixto, del año 120 d. C., aparecen los peces como primer balbuceo del simbolismo cristiano. La relación del pez con el cristianismo se debe a un acróstico de su nombre en griego, Ichthys: Iesous Christos Theou Yios Soter" (JESUCRISTO HIJO DE DIOS SALVADOR). Los cristianos, perseguidos por predicar la Palabra de Dios, se servían de este símbolo para identificarse. A partir del siglo V, la cruz se impone como el principal icono cristiano y deja de utilizarse el pez en la iconografía cristiana. Estos peces nos recuerdan que quien coge la Cruz de Jesús y le sigue pertenece al Pueblo perseguido de Dios.

A la derecha de Jesús se adivina la clave de sol. Está pintada sobre un escritura del Hermano Roger de Taizé, ya que esta comunidad ecuménica ha sido para muchos de nosotros un lugar de encuentro con Dios, y de reconciliación con los hombres y con nosotros mismos. La clave de sol representa nuestras vivencias con la música, como medio de expresar nuestra fe.

María, la Madre, tenía que estar presente. Ella siempre está presente, en silencio, con discreción. Por eso no hay una imagen de ella en el icono, pero la base de la Cruz está pintada con agua del
Santuario de Lluc, centro espiritual de Mallorca desde tiempos prehistóricos y donde se encuentra la imagen gótica del siglo XIV de la patrona de Mallorca, la "Mare de Déu de Lluc". Inmediatamente después de la conquista cristiana de Mallorca, en 1246 ya existe constancia de una capilla dedicada a la Virgen María en este lugar. La escena descrita en el Evangelio de San Juan (19, 25-28), se refiere a la Madre a los pies de la cruz de Su Hijo. María permanece junto a su hijo maltratado, pero también se está poniendo al lado del que sufre. María, estando junto a la cruz, oye la palabra de amor y se le hace grande el corazón, le nace una vocación de maternidad para toda la Iglesia. Junto a la cruz empiezan a asomar las señales de la vida.

Sobre la cruz, Jesús está resucitado, mirándote a la cara, como sólo Él sabe mirar. Es en la luz y la paz de la mañana de Pascua donde los creyentes pueden reconocer a su Salvador. Es por eso que es el signo de la vida y no de la muerte, el signo de la resurrección de Cristo y no del fracaso. Jesús, con su vida entregada restaura la libertad de todos los hombres.

El 20 de febrero, Carolina Amigó terminaba el icono. El 20 de marzo la Cruz fue bendecida por el P. Guillermo Miralles, ante más de 300 personas que oraron ante la Cruz en la Parroquia de San Francisco de Paula.
TOMADO DESDE :

domingo, 2 de mayo de 2010

HOMILIA DOMINGO V DE PASCUA. MAYO 2010


MATERIAL ELABORADO POR EL PADRE CARMELO HERNÁNDEZ DESDE TENERIFE ESPAÑA


Compartimos la vida de Cristo resucitado si nos amamos

Hechos, 14, 21-27; Sal. 144; Apoc. 21, 1-5; Jn. 13, 31-35


‘Vi un cielo nuevo y una tierra nueva… el primer cielo y la primera tierra han pasado… todo lo hago nuevo…’ Proféticamente nos habla el Apocalipsis de ese cielo nuevo y de esa tierra nueva y nos está hablando de esa plenitud que en Dios, en el cielo vamos a tener, y a los que continuamos nuestra peregrinación en medio de luchas y debilidades nos llena de esperanza.


‘La ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo enviada por Dios…’Pero proféticamente nos habla el paraíso de ese cielo nuevo y de esa tierra nueva que ya ahora tenemos que ir viviendo y realizando aunque no lo tengamos en plenitud, porque aún el pecado sigue reinando en nosotros, porque aún el dolor y el sufrimiento no ha desaparecido de todo, porque aún seguimos dejando que haya muerte en nuestra vida.


¿No es eso lo que tenemos que ir construyendo ahora cuando queremos vivir el Reino de Dios? Ese Reino de Dios no puede ser algo lejano y que nos parezca inalcanzable, sino que es algo que quienes creemos en Jesús y seguimos su camino tenemos que ir viviendo ya. Porque ya vamos viviendo la presencia de Dios entre nosotros, porque somos su pueblo, ese pueblo que El ha rescatado con su sangre y nos ha santificado. ‘Esta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos, y será su Dios’. ¿No nos recuerda lo que se nos dice en el principio del Evangelio de san Juan ‘la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros’?Esa ‘ciudad santa que descendía del cielo, esa nueva Jerusalén’ la tenemos que ir logrando, viviendo ya ahora.


‘Dios estará con ellos y será su Dios’. ¡Qué consuelo! Aún nos queda sufrimiento porque, como les decía Pablo a aquellas comunidades de Asia Menor donde había anunciado el evangelio, ‘hay que pasar mucho para entrar en el Reino de Dios’. Pero ‘el que estaba sentado en el Trono dijo: Todo lo hago nuevo’.


Es la novedad del Evangelio que nos trae Jesús; es la novedad de esa vida nueva que tenemos que vivir; es esa transformación que hemos de ir realizando en nuestra vida y en nuestro mundo. Algunas veces nos pasamos de conservadores porque nos contentamos como vivimos y pensamos que ya nada nuevo puede haber en nosotros. No es la novedad, diríamos de la novelería, sino es la novedad de esa transformación que el Señor con su gracia quiere realizar en nuestro corazón. Y cuando abrimos de verdad nuestro corazón al Señor y a su palabra nos damos cuenta de cuántas cosas tenemos que purificarnos, cuantas cosas podemos hacer mejor, en cuántas cosas nos podemos y nos tenemos que santificar.


El Apocalipsis nos habla de esa ‘nueva Jerusalén que descendía del cielo arreglada como una novia que se adorna para su esposo’. ¿Cuáles son esos adornos y esas joyas? La esposa o la novia se engalana con las joyas que le ha regalado su amor. Lo que ha recibido con amor y por amor, le sirve para adornar y enjoyar su vida para su esposo. ¿Qué nos querrá decir todo esto? Lo podemos tener bien claro. ¿No es la joya más preciosa que podemos tener en nuestra vida todo el amor que Dios nos tiene? No nos extrañe, pues, que lo que nos pida Jesús, que se mandamiento nuevo sea el del amor. Su mandamiento, nuestro distintivo, la imagen más hermosa que podamos dar de nuestra fe en El, la joya más hermosa con que podemos y tenemos que adornar nuestra vida.


‘Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros’.Qué importante lo que nos dice Jesús, lo que nos pide como respuesta de nuestra vida. La más mala imagen que nosotros podamos proyectar de nuestra fe no es que seamos débiles y pecadores, sino que no nos amemos, nuestra desunión, nuestras rencillas y rencores, los desapegos de nuestro corazón, el individualismo en que encerremos nuestra vida; en una palabra nuestra falta de amor.


Cualquiera puede comprender que seamos débiles y tengamos muchos tropiezos mientras vamos luchando, lo que es más difícil de comprender es que llevemos el nombre de cristianos y no nos amemos.Seguimos viviendo la Pascua. Cuidado con que por el hecho de que las semanas van discurriendo y pasan los día, ya veamos la pascua como algo lejano. La Pascua para el cristiano es algo que tenemos que estar viviendo siempre con intensidad. Y ya sabemos la pascua es muerte y resurrección; es un morir al pecado para renacer a una nueva vida. Y san Juan nos dirá que ‘sabemos que pasamos de la muerte a la vida si nos amamos’. El que no ama permanece en la muerte.


Si queremos vivir la pascua tenemos que pasar a la vida, resucitar, en una palabra, amarnos. En consecuencia nuestra vivencia pascual es amarnos. Cuando amamos a los hermanos estamos compartiendo de verdad la vida de Cristo resucitado, porque hemos pasado de la muerte a la vida.¡De cuántas maneras tenemos que expresar nuestro amor a los demás! En cuántas cosas concretas, en cuantos gestos, en cuantos detalles, en cuánto compromiso se tiene que traducir ese amor, esa pascua en nuestra vida, en ese día a día de nuestra convivencia con los hermanos, en la vida familiar, con aquellas personas de las que estamos rodeados en nuestro trabajo o en nuestra vida social, en el quehacer diario de nuestra comunidad cristiana.


Para concluir esta reflexión quiero resaltar algo que nos dice el texto de los Hechos de los Apóstoles. Después del itinerario realizado en su viaje apostólico, Pablo y Bernabé regresan a la comunidad de ‘Antioquia de donde los habían enviado con la gracia de Dios a la misión que acababan de cumplir. Al llegar reunieron a la Iglesia, le contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles las puertas de la fe’. Hermoso cómo la comunidad siente como algo propio todo aquello que se había realizado y dan gracias a Dios por todo ello.

domingo, 25 de abril de 2010

DECLARACIÓN DEL CARDENAL FRANCISCO JAVIER ERRAZURIZ. PARA LOS PÁRROCOS. ABRIL 2010


Autor: Mons. Francisco Javier Errázuriz Ossa

Fecha: 24/04/2010

País: ChileCiudad: Santiago

Carta del Cardenal Francisco Javier Errázuriz a los párrocos de SantiagoEn oración, justicia y caridad

Queridos hermanos y colaboradores en el Señor,Con mucho dolor hemos conocido las acusaciones que se han hecho recientemente a sacerdotes y religiosos por abusos sexuales en diferentes países, sobre todo de Europa.


Con gratitud hemos recibido la carta del Santo Padre a la Iglesia de Irlanda, sus muestras de cercanía y solidaridad con las víctimas, su llamado a la responsabilidad pastoral a los obispos para que estos hechos no se repitan, y su invitación a renovar nuestro amor a Cristo y a todas las personas que Él nos confía, sobre todo a los más jóvenes y vulnerables.


En lo que se refiere a nuestra cultura, gracias a Dios la sociedad ha tomado conciencia de la gravedad de estos pecados, que también son delitos ante Dios y ante los hombres, sobre todo de los abusos sexuales cometidos contra personas menores de edad, en especial cuando las víctimas son niños. Causan un dolor indecible a personas inocentes, y dejan dolorosas secuelas, que algunas veces sólo pueden sanar lentamente y en medio de dificultades. Estos delitos se cometen, por desgracia, al interior de incontables familias, en muchas instituciones dedicadas a la atención de la infancia y la juventud; lamentablemente se dan también en la Iglesia, fundada por Jesucristo para enaltecer a las personas conforme a su dignidad de familiares de Dios, y nunca para destruirlas. Gracias a Dios, la sociedad rechaza absolutamente estos hechos y los condena.

Como también en Chile las noticias de abusos nos han golpeado y conmocionado, les escribo para que ustedes conozcan el parecer y el proceder de nuestra Arquidiócesis ante hechos de esta naturaleza. Es conveniente que ustedes conozcan los antecedentes que les entrego, por la gravedad de los presuntos hechos que son denunciados, por el respeto al cual tienen derecho los acusadores, por la presunción de inocencia de toda persona acusada, mientras no se demuestre lo contrario.

En la Asamblea Plenaria recientemente concluida hemos vuelto a tratar el tema de los procedimientos. En el mensaje final, en lo que atañe a nuestro país, los obispos nos referimos a este tema con las siguientes palabras: “Estas noticias (procedentes particularmente de Europa) han puesto en la agenda pública el complejo y delicado tema de los abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes.

Queremos adherir a las claras y firmes orientaciones del Papa Benedicto XVI en esta materia, así como expresarle nuestra adhesión ante las injustas y ciertamente falsas acusaciones que ha recibido de cierta prensa en algunos países. Los obispos hemos meditado en estos días acerca del modo en que hemos enfrentado, como pastores y como Iglesia, los casos que se han denunciado en nuestro país.

También hemos analizado la forma en que estos delitos nos desafían a valorar más aún la fidelidad de los presbíteros y consagrados a su misión apostólica, los procesos de discernimiento vocacional, de admisión a los seminarios y de acompañamiento espiritual a los sacerdotes. En esta reunión hemos actualizado nuestra manera de aplicar la normativa canónica que nos obliga a actuar con rigor frente a eventuales denuncias, aplicación que habíamos establecido ya en mayo de 2003.

No hay lugar en el sacerdocio para quienes abusan de menores, y no hay pretexto alguno que pueda justificar este delito. A las personas directamente afectadas y a las comunidades que en Chile han visto en algún sacerdote motivo de escándalo, les pedimos perdón, y les exhortamos a comunicarnos estos hechos. Es total nuestro compromiso de velar incesantemente porque estos gravísimos delitos no se repitan.

A los fieles católicos, les pedimos especialmente en este Año Sacerdotal, fervientes oraciones por esa inmensa mayoría de sacerdotes que regalan su vida al Señor y al servicio de los hermanos, para que no se desanimen, sigan creciendo en santidad, y encuentren en sus fieles y pastores una compañía cercana en su identificación con Jesús.”Contamos, en efecto, en nuestra Iglesia Arquidiocesana de Santiago con un sinnúmero de sacerdotes ejemplares que siguen a Jesucristo con fidelidad, que día a día tratan con Él en la oración personal, en la lectura orante de las Escrituras y en la santa Eucaristía, que regalan su tiempo y su vida con gran generosidad a las comunidades que la diócesis les ha confiado, y a las personas que acuden a ellos. Sin lugar a dudas, sufren cuando se denuncia a un hermano sacerdote, o cuando se piensa mal de ellos.


Les debemos toda nuestra gratitud, admiración y respeto.Junto con dar publicidad a la conferencia de prensa en la cual el Presidente de nuestra Conferencia Episcopal, Mons. Alejandro Goic, dio a conocer el mensaje conclusivo de la Asamblea, un diario matutino divulgó la siguiente noticia: “Revelaron que se abrió una investigación eclesiástica contra el ex párroco de la Iglesia de El Bosque, Fernando Karadima (80), acusado de abusar de un ex colaborador desde que era menor de edad.” Esa misma mañana, al término de una celebración litúrgica en la Catedral, fui consultado por los medios de comunicación acerca de esta información. Respondí que efectivamente está en curso la investigación mencionada. Eso no significa que la persona sea considerada culpable.


Significa, simplemente, que la Iglesia está decidida a investigar todas las denuncias. Al día siguiente la causa fue llevada a la justicia civil.


Don Fernando Karadima es un sacerdote que ha trabajado fecunda y generosamente casi toda su vida en la Parroquia del Sagrado Corazón de El Bosque, cultivando en los feligreses la vida de oración, el amor a la Sma. Virgen y a la Santa Misa, como también la preocupación por los pobres. A su persona están unidos en gratitud muchos laicos, como asimismo numerosos sacerdotes y religiosas, por haberlos guiado espiritualmente durante largos años. De él, Dios se ha valido para despertar numerosas vocaciones al sacerdocio, al episcopado y a la vida consagrada.


Una acusación contra su persona tenía que remecer a la Iglesia, no sólo en Santiago.Las primeras denuncias formales, firmadas por ellos mismos, de tres personas que aseguraban haber sido víctimas del sacerdote, llegaron paulatinamente a partir de mayo de 2005. Las entregamos, como lo piden las normas de la Conferencia Episcopal, al Promotor de Justicia de ese entonces. Sobre los presuntos hechos echaba su sombra la prescripción que establece el derecho canónico.


Por otra parte, existían innumerables y contundentes testimonios a favor del P. Fernando Karadima. Después de una primera investigación, y de encauzar las cosas de manera adecuada, dejé en suspenso la causa, esperando nuevos antecedentes, profundizando los ya obtenidos y haciendo nuevas consultas a peritos en materia jurídica canónica.Dos expertos en derecho canónico me pidieron que abriera un proceso judicial.


Casos de esta naturaleza son tan excepcionales, que consideramos necesario consultar a peritos de la Santa Sede en este campo. El procedimiento en marcha se ha llevado adelante, con rigor y responsabilidad, en consulta con ellos y acorde con la normativa canónica vigente. Por eso, ante las denuncias presentadas, ahora sin considerar la prescripción de los presuntos hechos, y conforme al procedimiento eclesiástico establecidos por la Conferencia Episcopal de Chile, entregamos las denuncias a un nuevo Promotor de Justicia, nombrado en 2009, para que investigara a fondo los hechos, examinara la veracidad de las denuncias, ofreciera la posibilidad de defenderse al sacerdote acusado, y propusiera, si fuese el caso, la declaración de inocencia o las medidas pertinentes.


Este procedimiento, que aún no ha concluido, ocurre con total reserva, para proteger la libertad de quienes denuncian, defienden y dan testimonios, y preservar el buen nombre de todos ellos. Se encuentra bastante avanzado. Los hechos mismos y la publicidad que se está dando a esta situación causa profundas heridas a personas que reclaman respeto, caridad y apoyo. Provocan ciertamente un gran sufrimiento en quienes denuncian, en la persona denunciada y en quienes creen en su inocencia, ya que no pueden compatibilizar los hechos denunciados con quien sólo recuerdan con admiración y gratitud. Ante consultas periodísticas, he hecho un llamado a tener confianza en el proceso que el Arzobispado de Santiago lleva adelante, con espíritu de justicia y caridad, respecto de las denuncias recibidas. Esta confianza se basa en la gracia que recibe el Obispo para ser fiel a su vocación de asemejarse al Buen Pastor que acoge a todas las ovejas, especialmente a las que son más débiles, están solas, heridas o enfermas, o han sufrido por causa de otras.


Lo que más deseamos es que todos puedan contar con nosotros, sus obispos; también cuando su conciencia les pida denunciar a alguien por actos deshonestos, que dañan y ofenden, y que opacan el amor de Dios.Ante todo, invito a las personas afectadas por esta dolorosa situación, a esperar confiadas en su Iglesia el término de esta investigación. Al mismo tiempo, pido a todos una especial prudencia en las reacciones y en el tratamiento de este tema, por respeto a quienes se ven involucrados.


También los invito a orar por quienes sufren debido a esta triste situación, y por quienes deben llevar adelante y colaborar en la investigación, de manera que se llegue a la verdad en la caridad.Las pasiones, el desconcierto y la desconfianza son un terreno propicio para que el Príncipe de la desunión, la aversión y la mentira siembre sospechas, juicios temerarios y animadversiones, y obtenga una abundante cosecha. Mantengamos la serenidad y la paz interior, sabiendo que todas las cosas redundan en bien de los que aman a Dios y son amados por Él (ver Rom 8, 28).


En un clima de oración, implorando la intercesión de la Sma. Virgen, confiemos en la acción del Santo Espíritu que guía, purifica, y da esperanza y santidad a su Iglesia.


Santiago, día de san Jorge, 23 de abril de 2010.+ Francisco Javier Errázuriz OssaCardenal Arzobispo de Santiago

viernes, 23 de abril de 2010

MATERIAL DE APOYO A LA COMPRENSIÓN DEL EVANGELIO DEL 25 DE ABRIL 2010



Evangelio:


Lectura del santo evangelio según San Juan (10,27-30):
En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»
Palabra del Señor
.
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
San Juan (10,27-30)

ESCUCHAR SU VOZ Y SEGUIR SUS PASOS

La escena es tensa y conflictiva. Jesús está paseando dentro del recinto del templo. De pronto, un grupo de judíos lo rodea acosándolo con aire amenazador. Jesús no se intimida, sino que les reprocha abiertamente su falta de fe: «Vosotros no creéis porque no sois ovejas mías». El evangelista dice que, al terminar de hablar, los judíos tomaron piedras para apedrearlo.

Para probar que no son ovejas suyas, Jesús se atreve a explicarles qué significa ser de los suyos. Sólo subraya dos rasgos, los más esenciales e imprescindibles: «Mis ovejas escuchan mi voz… y me siguen». Después de veinte siglos, los cristianos necesitamos recordar de nuevo que lo esencial para ser la Iglesia de Jesús es escuchar su voz y seguir sus pasos.

Lo primero es despertar la capacidad de escuchar a Jesús. Desarrollar mucho más en nuestras comunidades esa sensibilidad, que está viva en muchos cristianos sencillos que saben captar la Palabra que viene de Jesús en toda su frescura y sintonizar con su Buena Noticia de Dios. Juan XXIII dijo en una ocasión que “la Iglesia es como una vieja fuente de pueblo de cuyo grifo ha de correr siempre agua fresca”. En esta Iglesia vieja de veinte siglos hemos de hacer correr el agua fresca de Jesús.

Si no queremos que nuestra fe se vaya diluyendo progresivamente en formas decadentes de religiosidad superficial, en medio de una sociedad que invade nuestras conciencias con mensajes, consignas, imágenes, comunicados y reclamos de todo género, hemos de aprender a poner en el centro de nuestras comunidades la Palabra viva, concreta e inconfundible de Jesús, nuestro único Señor.

Pero no basta escuchar su voz. Es necesario seguir a Jesús. Ha llegado el momento de decidirnos entre contentarnos con una “religión burguesa” que tranquiliza las conciencias pero ahoga nuestra alegría, o aprender a vivir la fe cristiana como una aventura apasionante de seguir a Jesús.

La aventura consiste en creer lo que el creyó, dar importancia a lo que él dio, defender la causa del ser humano como él la defendió, acercarnos a los indefensos y desvalidos como él se acercó, ser libres para hacer el bien como él, confiar en el Padre como él confió y enfrentarnos a la vida y a la muerte con la esperanza con que él se enfrentó.

Si quienes viven perdidos, solos o desorientados, pueden encontrar en la comunidad cristiana un lugar donde se aprende a vivir juntos de manera más digna, solidaria y liberada siguiendo a Jesús, la Iglesia estará ofreciendo a la sociedad uno de sus mejores servicios.
__________________
Primera Lectura
Salmo
Segunda Lectura
__________________
Si quieres utilizar los dibujos de Patxi Velasco para Catequesis, Carteles, etc…, puedes descargarlos aquí:


Evangelio del Domingo por Odres Nuevos
4º Domingo de Pascua (Ciclo C)Domingo, 25 de abril de 2.010
“Somos UNO cuidando el rebaño”

Evangelio:
Lectura del santo evangelio según San Juan (10,27-30):
En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»
Palabra del Señor
.
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
San Juan (10,27-30)
ESCUCHAR SU VOZ Y SEGUIR SUS PASOS
La escena es tensa y conflictiva. Jesús está paseando dentro del recinto del templo. De pronto, un grupo de judíos lo rodea acosándolo con aire amenazador. Jesús no se intimida, sino que les reprocha abiertamente su falta de fe: «Vosotros no creéis porque no sois ovejas mías». El evangelista dice que, al terminar de hablar, los judíos tomaron piedras para apedrearlo.

Para probar que no son ovejas suyas, Jesús se atreve a explicarles qué significa ser de los suyos. Sólo subraya dos rasgos, los más esenciales e imprescindibles: «Mis ovejas escuchan mi voz… y me siguen». Después de veinte siglos, los cristianos necesitamos recordar de nuevo que lo esencial para ser la Iglesia de Jesús es escuchar su voz y seguir sus pasos.
Lo primero es despertar la capacidad de escuchar a Jesús. Desarrollar mucho más en nuestras comunidades esa sensibilidad, que está viva en muchos cristianos sencillos que saben captar la Palabra que viene de Jesús en toda su frescura y sintonizar con su Buena Noticia de Dios. Juan XXIII dijo en una ocasión que “la Iglesia es como una vieja fuente de pueblo de cuyo grifo ha de correr siempre agua fresca”. En esta Iglesia vieja de veinte siglos hemos de hacer correr el agua fresca de Jesús.
Si no queremos que nuestra fe se vaya diluyendo progresivamente en formas decadentes de religiosidad superficial, en medio de una sociedad que invade nuestras conciencias con mensajes, consignas, imágenes, comunicados y reclamos de todo género, hemos de aprender a poner en el centro de nuestras comunidades la Palabra viva, concreta e inconfundible de Jesús, nuestro único Señor.
Pero no basta escuchar su voz. Es necesario seguir a Jesús. Ha llegado el momento de decidirnos entre contentarnos con una “religión burguesa” que tranquiliza las conciencias pero ahoga nuestra alegría, o aprender a vivir la fe cristiana como una aventura apasionante de seguir a Jesús.
La aventura consiste en creer lo que el creyó, dar importancia a lo que él dio, defender la causa del ser humano como él la defendió, acercarnos a los indefensos y desvalidos como él se acercó, ser libres para hacer el bien como él, confiar en el Padre como él confió y enfrentarnos a la vida y a la muerte con la esperanza con que él se enfrentó.
Si quienes viven perdidos, solos o desorientados, pueden encontrar en la comunidad cristiana un lugar donde se aprende a vivir juntos de manera más digna, solidaria y liberada siguiendo a Jesús, la Iglesia estará ofreciendo a la sociedad uno de sus mejores servicios.
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Primera Lectura
Salmo
Segunda Lectura
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Descárgate el Evangelio del Domingo y el Comentario en pdf, para llevarlo y reflexionarlo donde tú quieras:

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http://odresnuevos.wordpress.com/
http://odresnuevos.wordpress.com/evangelio-domingos/

HOMILIA CUARTO DOMINGO DE PASCUA. ABRIL 2010


El Cordero que está delante del Trono será su Pastor


Hechos, 13, 14.43-52; Sal. 99; Apoc. 7, 9.14-17; Jn. 10, 27-30


MATERIAL ENVIADO POR EL PRESBÍTERO PADRE CARMELO HERNÁNDEZ DESDE TENERIFE ESPAÑA.


‘Porque el Cordero que está delante del Trono será su Pastor y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Dios enjugará las lágrimas de sus ojos…’ nos dice el libro del Apocalipsis.Celebramos en este cuarto domingo de Pascua a Cristo Buen Pastor; Cristo es el Cordero inmolado que se ofrece y se inmola para quitar el pecado el mundo, pero al mismo tiempo es el Pastor que nos guía y nos conoce, nos alimenta y da su vida por nosotros, de lo que nos habla el Evangelio.

Conducirá a su rebaño, como decía el Apocalipsis, ‘hacia las fuentes de aguas vivas’. Cuántas veces hemos rezado el salmo ‘el Señor es mi pastor, nada me puede faltar, en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia las fuentes tranquilas y repara mis fuerzas’.Toda la liturgia de este domingo está impregnada de este sentido porque en las oraciones repetidamente nos habla del ‘rebaño adquirido por la sangre de Cristo’, y pedimos que podamos ‘tener parte en la admirable victoria de su pastor’.


Por su parte los prefacios nos hablan de Cristo, ‘nuestra Pascua que ha sido inmolada y no cesa de ofrecerse por nosotros y de interceder por todos’, porque ‘inmolado ya no vuelve a morir, sacrificado, vive para siempre’. ‘Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño’, decíamos en el salmo. Todo esto me hace hacerme la siguiente reflexión.


Como miembros del pueblo de Dios sentimos también en nuestro interior y desde nuestra unión con Cristo la urgencia y la inquietud por la vida y el crecimiento de ese pueblo de Dios, porque a todos los hombres sea anunciado el nombre de Jesús. Tarea no siempre fácil, por nuestra debilidad y condición pecadora que no siempre hacemos atrayente para los demás nuestra forma imperfecta de vivir la salvación que Cristo nos ofrece, y porque no siempre encontramos un campo bien dispuesto que quiera aceptar la semilla del evangelio que nosotros queramos sembrar.


En la primera lectura, los Hechos de los Apóstoles, se nos narra la tarea evangelizadora que hacen Pablo y Bernabé en lo que llamamos el primer viaje apostólico y misionero de Pablo. Encontramos reacciones muy contrapuestas porque en lo que al principio podría parecer un éxito grande en tantos que escuchaban con agrado la predicación de Pablo y Bernabé, pronto se tornaba sombrío el ambiente cuando muchos dejándose arrastrar por la envidia se oponen con insultos y persecuciones a la predicación de los apóstoles; todo ello hará que se dirijan más a los gentiles que a los judíos y que luego tengan que marchar a otros sitios a proseguir su acción misionera porque allí no todos los aceptaban.


Es la tarea que, en medio de dificultades y también persecuciones de todo tipo, la Iglesia ha seguido realizando a través de los tiempos, y quiere seguir realizando hoy. Es toda la tarea misionera y pastoral que realiza la Iglesia. Como decíamos, no siempre es fácil. Porque nuestro mundo es como aquel tan diverso campo donde era sembrada la semilla en la parábola del sembrador que Jesús nos propone. Tierra endurecida por pisoteada, tierra llena de pedruscos o de abrojos y zarzales, y tierra buena aunque no siempre labrada con la misma intensidad en todas sus parcelas.Se traduce en las dificultades diversas que se encuentran para hacer el anuncio de la Buena Nueva, porque a muchos no les interesa escuchar el mensaje, otros se encuentran bien – o eso les parece – como están y dicen no necesitar de esa novedad del evangelio para trasformar sus vidas, y en muchas ocasiones vamos a encontrar el rechazo y hasta la persecución que nos puede llegar bajo las más sutiles formas.Pero el creyente en Jesús no se puede rendir ni echar para atrás por muy difícil que sea la tarea y aunque le lleguen incluso persecuciones. Estamos participando de la misión y de la obra de Jesús, y ya sabemos bien cómo El llega a subir al calvario y a la cruz.


En el texto del Apocalipsis hoy encontramos más razones para la fortaleza y la esperanza, que es contemplar la gloria de Dios y a esa muchedumbre inmensa con vestiduras blancas y palmas en sus manos. ‘Son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero’ y por eso ahora participan ya de la gloria del Señor, del triunfo del Señor en el cielo. Recordemos cómo pedíamos en la oración que ‘el débil rebaño de los que seguimos a Jesús tengamos parte en la admirable victoria de su pastor’. No nos puede faltar la esperanza y la valentía para seguir haciendo el anuncio del mensaje cristiano.Cuando estamos celebrando este domingo del Buen Pastor y reflexionando sobre esta tarea evangelizadora y pastoral de la Iglesia se nos invita a mirar a quienes de una manera especial realizan esta acción pastoral en la vida sacerdotal y/o en la consagración de la vida religiosa. En otras épocas este domingo del Buen Pastor era algo así como el día del párroco por esa labor de pastor que realiza en las comunidades parroquiales.Hoy se convierte en una Jornada vocacional, una Jornada de especial oración por las vocaciones, vocación a la vida sacerdotal y a la vida religiosa o consagrada. ‘El testimonio suscita vocaciones’, es el lema que se nos propone este año y sobre el que gira el mensaje del Papa para esta Jornada.


Yo diría que es una llamada a nosotros, los sacerdotes y a todos los consagrados al Señor, para que demos ese buen olor de Cristo, ese testimonio claro para que muchos puedan sentir también la llamada del Señor en su corazón para vivir igualmente una vida de servicio a Dios y a la Iglesia en esa especial vocación sacerdotal o religiosa.Tendría que ser también una llamada a todos los cristianos para que, valorando la vida de entrega de los sacerdotes y religiosos y religiosas, oren al Señor para que sintamos la fuerza divina de la gracia que nos haga fieles, ejemplares para los demás en el seguimiento del Señor y en la vivencia de nuestra vocación y nuestros específicos carismas, lleguemos a dar ese testimonio que suscite vocaciones. Es una Jornada, pues, para orar intensamente al Dueño de la mies para que envíe operarios a su mies. La oración intensa del pueblo cristiano alcanzará esa gracia del Señor para la Iglesia. Que importante la oración de los enfermos, de los ancianos, de las personas que viven la cruz del dolor y del sufrimiento, de la soledad y del abandono, para hacer esa hermosa ofrenda al Señor uniéndose a la pasión y cruz de Cristo para pedir por las vocaciones. Un pueblo cristiano que ora por las vocaciones, porque valora y tiene en su justo valor ese ministerio en medio de la Iglesia, será un pueblo que se verá enriquecido con muchas llamadas del Señor en su seno.

INTERESANTE MATERIAL DE LECTURA Y REFLEXIÓN. ABRIL 2010


Interpretación del Apocalipsis.


(Mensajes de la Santísima Virgen al Padre Gobbi, del Movimiento Sacerdotal Mariano)


26 de julio de 1976


Fiesta de San Joaquín y Santa AnaMi tiempo.“Mi tiempo, hijos míos, no se mide por días. Mi tiempo se mide sólo por los latidos de mi Corazón de Madre. Cada latido de mi Corazón marca un nuevo día de salvación y de misericordia para vosotros, mis pobres hijos.Por esto os invito a vivir solamente de confianza. Vuestro tiempo debe medirse por la confianza en el amor misericordioso del Padre y en la acción de vuestra Madre del Cielo.

De esta confianza vivieron mis padres, Ana y Joaquín, que hoy la Iglesia recuerda y los pone como ejemplo. De esta confianza vivieron todos los Santos y todos los amigos de Dios. De esta sola confianza se ha servido siempre el Omnipotente para realizar en cada época Su designio. Con frecuencia lo ha realizado aun contra toda esperanza, en el momento en que nadie lo hubiera creído. Así aconteció en el gran designio que Dios cumplió a través de estas dos humildes y pobres criaturas, que el Padre llamó para preparar el nacimiento de vuestra Madre celestial. Y vuestra Madre fue llamada a esperar contra la misma apariencia de las cosas, para entregarse sólo a la confianza total en la Palabra de Dios.

Llegó a ser así la Madre del Verbo y os entregó a su Hijo Jesús. Ahora os he anunciado el triunfo de mi Corazón Inmaculado y la necesaria y dolorosa purificación que debe precederlo. Os he dicho también que éste es el tiempo de la purificación, que éstos son los años de mi triunfo. Pero no indaguéis el momento escudriñando el futuro y contando los años, meses y días. Así sois presa de la ansiedad y de la turbación y malgastáis vuestro tiempo que es tan precioso.

No es de esta forma, hijos predilectos, como se mide mi tiempo; se mide sólo por vuestra confianza en Mí, que os preparo para ser instrumentos elegidos por Mí y formados para realizar en este tiempo el triunfo de mi Corazón Inmaculado.” 7 de agosto de 1976 Primer sábado de mes Sólo con el Papa. “Hoy, de todas partes del mundo, llega el homenaje, tan grato a mi Corazón Inmaculado, de los Sacerdotes a Mí consagrados, de vosotros, hijos de mi predilección materna. Dejaos siempre conducir por Mí y no sentiréis el peso de vuestras dificultades cotidianas.

Os quiero en mis brazos, totalmente abandonados a mi Corazón Inmaculado, porque así podéis caminar hacia la meta que he fijado para cada uno de vosotros. Ya os he indicado cuál es esta meta: hacer de vosotros Sacerdotes según el Corazón de Jesús. Debéis ser verdaderamente “Jesús hoy”, para los hombres de vuestro tiempo. Jesús que habla, y diréis así sólo la Verdad. La Verdad contenida en el Evangelio y garantizada por el Magisterio de la Iglesia. Hoy, cuando la oscuridad desciende sobre todas las cosas y el error se propaga cada vez más en la Iglesia, debéis orientar a todos a la fuente de la que Jesús hace brotar sus palabras de verdad: el Evangelio confiado a la Iglesia jerárquica, a saber, al Papa y a los Obispos a Él unidos.

No a cada Sacerdote aisladamente, no a cada Obispo aisladamente; sino sólo a los Sacerdotes y a los Obispos unidos con el Papa. Hoy hiere mucho y aflige a mi Corazón de Madre de la Iglesia el escándalo, aún de los Obispos, que no obedecen al Vicario de mi Hijo y arrastran a un gran número de mis pobres hijos por el camino del error. Por eso hoy debéis proclamar a todos con vuestra palabra que Jesús sólo a Pedro ha constituido fundamento de su Iglesia y custodio infalible de la Verdad. Hoy el que no está con el Papa no logrará permanecer en la Verdad.

Las seducciones del Maligno han llegado a ser tan insidiosas y peligrosas, que logran engañar a cualquiera. Pueden caer incluso los buenos. Pueden caer también los maestros y sabios. Pueden caer los Sacerdotes y hasta los Obispos. No caerán jamás los que estén siempre con el Papa. He ahí por qué quiero hacer de vosotros un ejército ordenado, atento, obediente y dócil también a los deseos de este mi primer hijo predilecto, del Vicario de mi Hijo Jesús. Jesús que obra: debéis, sobre todo, revivir a Jesús en vuestra vida y ser sólo Evangelio vivido. Por esto os hago cada vez más pobres, más humildes, más puros, más pequeños. No temáis entregaros completamente a Mí.

Soy Madre suya y vuestra y no sé hacer por vosotros otra cosa que ayudaros a nacer y a crecer como otros pequeños Jesús para la salvación de todos mis hijos. Cuando este ejército de Sacerdotes esté presto, entonces será el momento en que aplastaré la cabeza de mi Adversario y el mundo renovado gozará de la alegría de este triunfo de mi Corazón de Madre.” 25 de septiembre de 1976 Por esto os hablo. “Si sois pequeños escucharéis siempre mi Voz. Hijos míos predilectos, no os dejéis seducir por tantas voces como hoy se oyen. Mi Adversario os engaña con las ideas y os confunde con las palabras. Estáis como sumergidos en un mar de palabras que aumenta cada vez más y que todo lo cubre. Se repite el hecho descrito en la Biblia de la torre de Babel. Hoy vivís de nuevo el drama de la confusión de lenguas. Vuestras mismas palabras os confunden. Vuestras mismas voces os impiden entenderos. Hoy más que nunca es necesario escuchar mi Voz.

Por eso os hablo. Os hablo para ayudaros a salir de la confusión creada hoy por vuestras mismas palabras. Y así, como Madre, os conduzco dulcemente a escuchar la sola Palabra del Padre. Esta Palabra se hace carne y vida en mi purísimo seno. Mi Corazón se abrió para acogerlo y lo guardé como un tesoro precioso.

Os hablo porque hoy es necesario escuchar Su palabra. Es necesario acogerla y custodiarla celosamente. Sólo la palabra de mi Hijo es la que os quiero hacer oír. Hoy su misma voz está como oscurecida: es la Palabra del Padre, es mi Hijo Jesús a quien ya no se quiere escuchar. Su palabra, tan claramente contenida en el Evangelio, está hoy como sumergida por muchas otras voces meramente humanas. Habéis compuesto un evangelio para vosotros con vuestras palabras. Vosotros, hijos míos predilectos, debéis escuchar y anunciar la sola palabra de mi Hijo tal como está dicha en Su Evangelio.

Os habla la Iglesia. Pero sobre cuanto Ella os dice cada uno quiere decir su palabra y así se propaga la inseguridad y la confusión. La Iglesia está más que nunca desgarrada por esta verdadera confusión de lenguas. Os hablo para deciros cuál es la palabra que hoy debéis escuchar en la Iglesia: la del Papa, la de los Obispos a Él unidos. Cada vez aumentan más las tinieblas y os hablo para ser vuestra luz. Se difunde el error y os hablo, hijos míos predilectos, porque estáis llamados a permanecer en la Verdad. Vosotros, ministros de la Palabra; vosotros, anunciadores de la Verdad. El mañana se presenta angustioso y os hablo para invitaros a la confianza, al completo abandono en mi Corazón de Madre.

Un estrépito ensordecedor de voces, confunde cada vez más todas las cosas. Os hablo para pediros el silencio, el sufrimiento, la oración. Os hablo para pediros hoy las cosas que son más preciosas para Mí: cada día recojo vuestra oración y vuestro sufrimiento y los deposito Yo misma en el cáliz de mi Corazón Inmaculado y los ofrezco a la Justicia de Dios que pide ser aplacada. Así hoy todo puede ser salvado aún: por esto os hablo. Hijos predilectos, no cerréis vuestro corazón a estas palabras mías.

El designio del Padre ha condicionado mucho de lo que está por venir, a que mis palabras sean aceptadas o rechazadas. Todavía la purificación puede ser alejada y abreviada. Todavía muchos dolores os pueden ser ahorrados. Escuchadme, hijos, con sencillez. Si sois pequeños, entonces me oiréis y me escucharéis. Los niños conocen muy bien la voz de su Madre. Felices los que aún me escuchan. Ellos recibirán hoy la luz de la Verdad y obtendrán del Señor el don de la Salvación.”


TOMADO DESDE EL ESPACIO INTERNET:


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jueves, 22 de abril de 2010

FRENTE AL DURO ATAQUE A NUESTRA IGLESIA CATÓLICA,ES IMPORTANTE QUE LEA ESTE MATERIAL DE AYUDA. ABRIL 2010



Crisis de la Iglesia: Crisis de Santos


Una esclarecedora homilía de un sacerdote norteamericano, nos invita a reflexionar
sobre cuál debe ser nuestra actitud frente a los terribles escándalos que se han
suscitado dentro de nuestra Iglesia.


Cuál debe ser nuestra respuesta a los terribles escándalos en la Iglesia
P. Roger J. Landry - Vicario parroquial en la Parroquia del Espíritu Santo en Fall River,
Massachusetts


"¡La única respuesta adecuada a este terrible escándalo, la única respuesta auténticamente
católica a este escándalo -como San Francisco de Asís reconoció en 1200, como San
Francisco de Sales reconoció en 1600 e incontables otros santos han reconocido en cada
siglo- es la SANTIDAD! ¡Toda crisis que enfrenta la Iglesia, toda crisis que el mundo enfrenta,
es una crisis de santidad! La santidad es crucial, porque es el rostro auténtico de la
Iglesia."


Muchas personas se han acercado a mí para hablar del asunto. Muchas otras hubieran
querido hacerlo, pero creo que por respeto y por no querer sacar a relucir lo que consideran
malas noticias, se abstuvieron; pero para mí era obvio que estaba en su mente. Y por eso,
hoy, quiero atacar el asunto de frente. Ustedes tienen derecho a ello.

No podemos fingir como
si no hubiera sucedido.

Y yo quisiera discutir cual debe ser nuestra respuesta como fieles
católicos a este terrible escándalo.
Lo primero que necesitamos hacer, es entenderlo a la luz de nuestra fe en el Señor. Antes de
elegir a sus primeros discípulos, Jesús subió a la montaña a orar toda la noche. En ese tiempo
tenía muchos seguidores.
Él habló a Su Padre en oración acerca de a quienes elegiría para
que fueran sus doce apóstoles, los doce que Él formaría íntimamente, los doce a quienes
enviaría a predicar la Buena Nueva en Su nombre. Él les dio el poder de expulsar a los
demonios. Les dio el poder para curar a los enfermos. Ellos vieron como Jesús obró
incontables milagros. Ellos mismos obraron en Su nombre numerosos milagros.
Pero, a pesar de todo, uno de ellos fue un traidor. Uno, que había seguido al Señor, uno, a
quien el Señor le lavó los pies, que lo vio caminar sobre las aguas, resucitar a personas de
entre los muertos y perdonar a los pecadores, traicionó al Señor. El Evangelio nos dice que él
permitió que Satanás entrara en él y luego vendió al Señor por treinta monedas en Getsemaní,
simulando un acto de amor para entregarlo. “¡Judas!” le dijo Jesús en el huerto de Getsemaní,
“con un beso entregas al Hijo del hombre”. Jesús no eligió a Judas para que lo traicionara. Él
lo eligió para que fuera como todos los demás. Pero Judas fue siempre libre y uso su libertad
para permitir que Satanás entrara en él y, por su traición, terminó haciendo que Jesús fuera
crucificado y ejecutado.
Así que desde los primeros doce que Jesús mismo eligió, uno fue un terrible traidor. A VECES
LOS ELEGIDOS DE DIOS LO TRAICIONAN. Este es un hecho que debemos asumir. Es un
hecho que la primera Iglesia asumió. Si el escándalo causado por Judas hubiera sido lo único
en lo que los miembros de la primera Iglesia se hubieran centrado, la Iglesia habría estado
acabada antes de comenzar a crecer. En vez de ello, la Iglesia reconoció que no se juzga
algo por aquellos que no lo viven, sino por quienes sí lo viven.
En vez de centrarse en aquel que traicionó a Jesús, se centraron en los otros once, gracias a
cuya labor, predicación, milagros y amor por Cristo, nosotros estamos aquí hoy. Es gracias a
los otros once -todos los cuales, excepto San Juan, fueron martirizados por Cristo y por el
Evangelio, por el cual estuvieron dispuestos a dar sus vidas para proclamarlo- que nosotros
llegamos a escuchar la palabra salvífica de Dios, que recibimos los sacramentos de la vida
eterna.
Hoy somos confrontados por esa misma realidad. Podemos centrarnos en aquellos que
traicionaron al Señor, aquellos que abusaron en vez de amar a quienes estaban llamados a
servir, o, como la primera Iglesia, podemos enfocarnos en los demás, en los que han
permanecido fieles, esos sacerdotes que siguen ofreciendo sus vidas para servir a Cristo y
para servirlos a ustedes por amor.

Los medios casi nunca prestan atención a los buenos
“once”, aquellos a quienes Jesús escogió y que permanecieron fieles, que vivieron una vida de silenciosa santidad.

Pero nosotros, la Iglesia, debemos ver el terrible escándalo que
estamos atestiguando bajo una perspectiva auténtica y completa.
El escándalo desafortunadamente no es algo nuevo para la Iglesia. Hubo muchas épocas en
su historia, cuando estuvo peor que ahora. La historia de la Iglesia es como la definición
matemática del coseno, es decir, una curva oscilatoria con movimientos de péndulo, con bajas
y altas a lo largo de los siglos. En cada una de esas épocas cuando la Iglesia llegó a su
punto más bajo, Dios elevo a tremendos santos que llevaran a la Iglesia de regreso a su
verdadera misión. Es casi como si en aquellos momentos de oscuridad, la Luz de Cristo
brillará más intensamente. Yo quisiera centrarme un poco en un par de santos a quienes Dios
hizo surgir en esos tiempos tan difíciles, porque su sabiduría realmente puede guiarnos
durante este tiempo difícil.
San Francisco de Sales fue un santo a quien Dios hizo surgir justo después de la Reforma
Protestante. La Reforma Protestante no brotó fundamentalmente por aspectos teológicos, por
asuntos de fe -aunque las diferencias teológicas aparecieron después- sino por aspectos
morales.
Había un sacerdote agustino, Martín Lutero, quien fue a Roma durante el papado más notorio
de la historia, el del Papa Alejandro VI. Este Papa jamás enseñó nada contra la fe -el Espíritu
Santo lo evitó- pero fue simplemente un hombre malvado. Tuvo nueve hijos de seis diferentes
concubinas. Llevo a cabo acciones contra aquellos que consideraba sus enemigos. Martín
Lutero visitó Roma durante su papado y se preguntaba como Dios podía permitir que un
hombre tan malvado fuera la cabeza visible de Su Iglesia. Regresó a Alemania y observó toda
clase de problemas morales.
Los sacerdotes vivían abiertamente relaciones con mujeres. Algunos trataban de obtener
ganancias vendiendo bienes espirituales. Privaba una inmoralidad terrible entre los laicos
católicos. El se escandalizó, como le hubiera ocurrido a cualquiera que amara a Dios, por esos
abusos desenfrenados. Así que fundó su propia iglesia.
Eventualmente Dios hizo surgir a muchos santos que combatieran esta solución equivocada y
trajeran de regreso a las personas a la Iglesia fundada por Cristo. San Francisco de Sales fue
uno de ellos. Poniendo en riesgo su vida, recorrió Suiza, donde los calvinistas eran muy
populares, predicando el Evangelio con verdad y amor. Muchas veces fue golpeado en su
camino y dejado por muerto. Un día le preguntaron cuál era su postura con relación al
escándalo que causaban tantos de sus hermanos sacerdotes. Lo que él dijo es tan importante
para nosotros hoy como lo fue en aquel entonces para quienes lo escucharon. El no se anduvo
con rodeos.
Dijo:
Aquellos que cometen ese tipo de escándalos son culpables del equivalente espiritual
a un asesinato, destruyendo la fe de otras personas en Dios con su pésimo ejemplo”.
Pero al mismo tiempo advirtió a sus oyentes: “Pero yo estoy aquí entre ustedes hoy
para evitarles un mal aún peor. Mientras que aquellos que causan el escándalo son
culpables de asesinato espiritual, los que acogen el escándalo -los que permiten que los
escándalos destruyan su fe- son culpables de suicidio espiritual. Son culpables”, dijo él,
“de cortar de tajo su vida con Cristo, abandonando la fuente de vida en los
Sacramentos, especialmente la Eucaristía”.


San Francisco de Sales anduvo entre la gente de Suiza tratando de prevenir que cometieran
un suicidio espiritual a causa de los escándalos. Y yo estoy aquí hoy para predicarles lo mismo
a ustedes.


¿Cuál debe ser entonces nuestra reacción?


Otro gran santo que vivió en tiempos
particularmente difíciles también puede ayudarnos. El gran San Francisco de Asís vivió
alrededor del año 1200, que fue una época de inmoralidad terrible en Italia central. Los
sacerdotes daban ejemplos espantosos. La inmoralidad de los laicos era aún peor. San
Francisco mismo, siendo joven, había escandalizado a otros con su manera despreocupada de
vivir. Pero eventualmente se convirtió al Señor, fundó a los Franciscanos, ayudó a Dios a
reconstruir Su Iglesia y llegó a ser uno de los más grandes santos de todos los tiempos.
Una vez, uno de los hermanos de la Orden de Frailes Menores le hizo una pregunta. Este
hermano era muy susceptible a los escándalos. “Hermano Francisco” le dijo, “¿que harías tú si
supieras que el sacerdote que esta celebrando la Misa tiene tres concubinas a su lado?
Francisco, sin dudar un solo instante, le dijo muy despacio: “Cuando llegara la hora de la
Sagrada Comunión, iría a recibir el Sagrado Cuerpo de mi Señor de las manos ungidas del
sacerdote.”
¿A dónde quiso llegar Francisco? Él quiso dejar en claro una verdad formidable de la fe y un
don extraordinario del Señor: sin importar cuán pecador pueda ser un sacerdote, siempre
y cuando tenga la intención de hacer lo que hace la Iglesia -en Misa, por ejemplo, cambiar
el pan y el vino en la carne y la sangre de Cristo, o en la confesión, sin importar cuán pecador
sea él en lo personal, perdonar los pecados del penitente- Cristo mismo actúa en los
sacramentos a través de ese ministro.
Ya sea que el Papa Juan Pablo II celebre la Misa o que un sacerdote condenado a muerte por
un crimen celebre la Misa, en ambos casos es Cristo mismo quien actúa y nos da Su cuerpo y
Su sangre. Así que lo que Francisco estaba diciendo en respuesta a la pregunta de su
hermano religioso al manifestarle que él recibiría el Sagrado Cuerpo de Su Señor de las
manos ungidas del sacerdote, es que no iba a permitir que la maldad o inmoralidad del
sacerdote lo llevaran a cometer suicidio espiritual.
Cristo puede seguir actuando y de hecho actúa incluso a través del más pecador de los
sacerdotes. ¡Y gracias a Dios que lo hace! Y es que si siempre tuviéramos que depender de
la santidad personal del sacerdote, estaríamos en graves problemas. Los sacerdotes
son elegidos por Dios de entre los hombres y son tentados como cualquier ser humano
y caen en pecado como cualquier ser humano. Pero Dios lo sabía desde el principio. Once
de los primeros doce apóstoles se dispersaron cuando Cristo fue arrestado, pero regresaron;
uno de los doce traicionó al Señor y tristemente nunca regresó. Dios ha hecho los
sacramentos esencialmente “a prueba de los sacerdotes”, esto es, en términos de su santidad
personal. No importa cuán santos estos sean o cuán malvados, siempre y cuando tengan la
intención de hacer lo que hace la Iglesia, entonces actúa Cristo mismo, tal como actuó a través
de Judas cuando Judas expulsó a los demonios y curó a los enfermos.
Así que, de nuevo, les pregunto: ¿Cuál debe ser la respuesta de la Iglesia a estos actos?
Se ha hablado mucho al respecto en los medios. ¿Tiene la Iglesia que trabajar mejor,
asegurándose que nadie con predisposición a la pedofilia sea ordenado?
Absolutamente. Pero esto no seria suficiente.
¿Tiene la Iglesia que actuar mejor para tratar estos casos cuando sean reportados? La Iglesia
ha cambiado su manera de abordar estos casos y hoy la situación es mucho mejor de lo que
fue en los años ochentas, pero siempre puede ser perfeccionada. Pero aún esto no sería
suficiente. ¿Tenemos que hacer más para apoyar a las victimas de tales abusos? ¡Sí, tenemos
que hacerlo, tanto por justicia como por amor! Pero ni siquiera esto es lo adecuado. El
Cardenal Law ha hecho que la mayoría de los rectores de las escuelas de medicina en Boston
trabajen en el establecimiento de un centro para la prevención del abuso en niños, que es algo
que todos nosotros debemos apoyar. Pero ni siquiera esto es una respuesta suficiente.
¡La única respuesta adecuada a este terrible escándalo, la única respuesta auténticamente
católica a este escándalo -como San Francisco de Asís reconoció en 1200, como San
Francisco de Sales reconoció en 1600 e incontables otros santos han reconocido en cada
siglo- es la SANTIDAD! ¡Toda crisis que enfrenta la Iglesia, toda crisis que el mundo
enfrenta, es una crisis de santidad! La santidad es crucial, porque es el rostro auténtico
de la Iglesia.
Siempre hay personas -un sacerdote se encuentra con ellas regularmente, ustedes
probablemente conocen a varias de ellas también- que usan excusas para justificar por que no
practican su fe, por que lentamente están cometiendo suicidio espiritual. Puede ser porque una
monja se portó mal con ellos cuando tenían 9 años. O porque no entienden las enseñanzas de
la Iglesia sobre algún asunto particular. Indudablemente habrá muchas personas estos días -y
ustedes probablemente se encontraran con ellas – que dirán: “¿Para qué practicar la fe, para
qué ir a la Iglesia, si la Iglesia no puede ser verdadera, cuando los así llamados elegidos son
capaces de hacer el tipo de cosas que hemos estado leyendo?” Este escándalo es como un
perchero enorme donde algunos trataran de colgar su justificación para no practicar la fe. Por
eso es que la santidad es tan importante.
Estas personas necesitan encontrar en todos nosotros una razón para tener fe, una razón para
tener esperanza, una razón para responder con amor al amor del Señor. Las bienaventuranzas
que leemos en el Evangelio de hoy son una receta para la santidad. Todos necesitamos
vivirlas más. ¿Tienen que ser más santos los sacerdotes? Seguro que sí. ¿Tienen que ser más
santos los religiosos y religiosas y dar un testimonio aun mayor de Dios y del Cielo?
Absolutamente. Pero todas las personas en la Iglesia tienen que hacerlo, ¡incluyendo a los
laicos! Todos tenemos la vocación de ser santos y esta crisis es un llamado para que
despertemos.
Estos son tiempos duros para ser sacerdote hoy. Son tiempos duros para ser católicos
hoy. Pero también son tiempos magníficos para ser un sacerdote hoy y tiempos
magníficos para ser católicos hoy. Jesús dice en las bienaventuranzas que escuchamos
hoy: “Bienaventurados serán cuando los injurien, y los persigan y digan con mentira
toda clase de mal contra ustedes por mi causa. Alégrense y regocíjense, porque su
recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los
profetas anteriores a ustedes.”
Yo he experimentado de primera mano esta bienaventuranza, al igual que otros sacerdotes
que conozco. A principios de esta semana, cuando termine de hacer ejercicio en un gimnasio
local, salía yo del vestidor con mi traje negro de clérigo. Una madre, apenas me vio, inmediata
y apresuradamente aparto a sus hijos del camino y los protegió de mí mientras yo pasaba. Me
miro cuando pase y cuando me había alejado lo suficiente, respiro aliviada y soltó a sus hijos.
¡Como si yo fuera a atacarlos a mitad de la tarde en un club deportivo!
Pero mientras que todos nosotros quizá tengamos que padecer tales insultos y falsedades por
causa de Cristo, de hecho debemos regocijarnos. Es un tiempo fantástico para ser cristianos
hoy, porque es un tiempo en el que Dios realmente necesita de nosotros para mostrar Su
verdadero rostro. En tiempos pasados en Estados Unidos, la Iglesia era respetada. Los
sacerdotes eran respetados. La Iglesia tenía reputación de santidad y bondad. Pero ya no es
así.
Uno de los más grandes predicadores en la historia estadounidense, el Obispo Fulton J.
Sheen, solía decir que él prefería vivir en tiempos en los que la Iglesia sufre en vez de florecer,
cuando la Iglesia tiene que luchar, cuando la Iglesia tiene que ir contra la cultura. Esas épocas
para que los verdaderos hombres y las verdaderas mujeres dieran un paso al frente y
contaran. “Hasta los cadáveres pueden flotar corriente abajo,” solía decir, señalando que
muchas personas salen adelante fácilmente cuando la Iglesia es respetada, “pero se necesita
de verdaderos hombres, de verdaderas mujeres, para nadar contra la corriente.”
¡Que cierto es esto! Hay que ser un verdadero hombre y una verdadera mujer para
mantenerse a flote y nadar contra la corriente que se mueve en oposición a la Iglesia. Hay que
ser un verdadero hombre y una verdadera mujer para reconocer que cuando se nada contra la
corriente de las críticas, estamos más seguros que cuando permanecemos adheridos a la
Roca sobre la que Cristo fundo su Iglesia. Este es uno de esos tiempos. Es uno de los grandes
momentos para ser cristianos.
Algunas personas predicen que en esta región la Iglesia pasará tiempos difíciles y quizá sea
así, pero la Iglesia sobrevivirá, porque el Señor se asegurará que sobreviva. Una de las más
grandes réplicas en la historia sucedió justamente hace unos 200 años. El emperador francés
Napoleón engullía con sus ejércitos a los países de Europa con la intención final de dominar
totalmente el mundo. En aquel entonces dijo una vez al Cardenal Consalvi: “Voy a destruir su
Iglesia” “Je detruirai votre eglise!” El Cardenal le contestó: “No, no podrá”. Napoleón dijo otra
vez: “Je detruirai votre eglise!” El Cardenal dijo confiado: “No, no podrá. ¡Ni siquiera nosotros
hemos podido hacerlo!”
Si los malos papas, los sacerdotes infieles y miles de pecadores en la Iglesia no han tenido
éxito en destruirla desde su interior -le estaba diciendo implícitamente al general ¿cómo cree
que Ud. va a poder hacerlo? El Cardenal apuntaba a una verdad crucial. Cristo nunca permitirá
que Su Iglesia fracase. Él prometió que las puertas del infierno no prevalecerían sobre Su
Iglesia, que la barca de Pedro, la Iglesia que navega en el tiempo hacia su puerto eterno en el
cielo, nunca se volcará, no porque aquellos que van en ella no cometan todos los pecados
posibles para hundirla, sino porque Cristo, que también está en la barca, nunca permitirá que
esto suceda. Cristo sigue en la barca y Él nunca la abandonará.
La magnitud de este escándalo podría ser tal, que de ahora en adelante ustedes encuentren
difícil confiar en los sacerdotes de la misma manera como lo hicieron en el pasado. Esto puede
suceder y podría no ser tan malo. ¡Pero nunca pierdan la confianza en el Señor! ¡Es Su Iglesia!
Aún cuando algunos de Sus elegidos lo hayan traicionado, Él llamará a otros que serán fieles,
que los servirán a ustedes con el amor que merecen ser servidos, tal como ocurrió después de
la muerte de Judas, cuando los once apóstoles se pusieron de acuerdo y permitieron que el
Señor eligiera a alguien que tomara el lugar de Judas y escogieron al hombre que terminó
siendo San Matías, quien proclamó fielmente el Evangelio hasta ser martirizado por él.
¡Este es un tiempo en el que todos nosotros necesitamos concentrarnos aún más en la
santidad! ¡Estamos llamados a ser santos y cuánto necesita nuestra sociedad ver ese
rostro hermoso y radiante de la Iglesia! Ustedes son parte de la solución, una parte
crucial de la solución. Y cuando caminen al frente hoy para recibir de las manos ungidas de
este sacerdote el Sagrado Cuerpo del Señor, pídanle a Él que los llene de un deseo real de
santidad, un deseo real de mostrar Su auténtico rostro.
Una de las razones por las que yo estoy aquí como sacerdote para ustedes hoy es
porque siendo joven, me impresionaron negativamente algunos de los sacerdotes que
conocí. Los veía celebrar la Misa y casi sin reverencia alguna dejaban caer el Cuerpo del
Señor en la patena, como si tuvieran en sus manos algo de poco valor en vez de al
Creador y Salvador de todos, en vez de a MI Creador y Salvador. Recuerdo haberle dicho
al Señor, reiterando mi deseo de ser sacerdote: “¡Señor, por favor, déjame ser sacerdote
para que pueda tratarte como Tú mereces!” Eso me dio un ardiente deseo de servir al
Señor.
Quizá este escándalo les permita a ustedes hacer lo mismo. Este escándalo puede ser algo
que los conduzca por el camino del suicidio espiritual o algo que los inspire a decir, finalmente,
“Quiero ser santo, para que yo y la Iglesia podamos glorificar tu nombre como Tú lo mereces,
para que otros puedan encontrarte en el amor y la salvación que yo te he encontrado.” Jesús
esta con nosotros, como lo prometió, hasta el final de los tiempos. Él sigue en la barca.
Tal como a partir de la traición de Judas, Él alcanzó la más grande victoria en la historia del
mundo, nuestra salvación por medio de Su Pasión, muerte y Resurrección, también a través de
este episodio Él puede traer y quiere traer un nuevo renacimiento de la santidad, para lanzar
unos nuevos Hechos de los Apóstoles en el siglo 21, con cada uno de nosotros -y esto te
incluye a TI- jugando un papel estelar. Ahora es el tiempo para que los verdaderos
hombres y mujeres de la Iglesia se pongan de pie. Ahora es el tiempo de los santos.
¿Cómo vas a responder tú?
EL AUTOR: El P. Roger J.


Landry fue ordenado sacerdote por la Diócesis de Fall River, MA,
por el Obispo Sean O’Malley, OFM Cap., en 1999. Después de obtener la licenciatura de
biología por la Universidad de Harvard, el P. Landry hizo sus estudios para el sacerdocio en
Maryland, Toronto, y durante varios años en Roma. Después de su ordenación sacerdotal, el
Obispo O’Malley lo envió de regreso a Roma para concluir sus estudios de graduación en
teología moral y bioética. Actualmente es vicario parroquial en la Parroquia del Espíritu Santo
en Fall River, Massachusetts y capellán en la Escuela Secundaria Bishop Connolly.
Fuente: Church Forum www.churchforum.org