lunes, 3 de mayo de 2010

UNA HERMOSA EXPERIENCIA DE EVANGELIZACIÓN. RESALTAR LA CRUZ



"Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar a mundo, sino para que el mundo se salve por Él". Jn., 3, 17. "Cuando yo sea levantado de la tierra atraeré a todos a mí". Jn. 12,32.

LA CRUZ DEL AMOR SIN LÍMITES

En Septiembre de 2007 surgió la idea de tener una Cruz Peregrina que nos acompañara en las celebraciones, un icono del Amor sin Límites, de Su Misericordia que le lleva a decir “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc. 23, 34). La cruz y lo que representa, la resurrección y muerte de Jesús, es la luz para cada paso que damos.

Cruz Peregrina porque no queremos que esté estática, colgada de una pared, porque es universal, porque es en la Cruz donde Jesús ofrece la reconciliación a todos. Una Cruz Viva, que permanecerá por un tiempo en cada comunidad que nos acoja, y que deseamos sea un icono de unión, un recordatorio de que no estamos sólos, una ventana abierta de par en par que nos asome a Jesús y a su evangelio. La Cruz llevará de la mano un compromiso solidario.



A principios de 2008 se cortó la madera, 180 cms. de altura, con una forma similar a la Cruz de San Damián o a la de Taizé. Ya teníamos la base y queríamos que el icono fuera algo más que una imagen bonita o una gran obra de arte. Un icono es en boca de Michel Quenot, “Teología en imagen”, una imagen cargada de símbolos que sustituyen la palabra. Por eso entendimos que era la Cruz desnuda la que nos iba a descubrir esos símbolos. La Cruz de Jesús estuvo desnuda antes de que Él muriera en ella. Incluso es posible que otras personas anónimas sufrieran el tormento en esa misma Cruz antes de que lo hiciera el propio Jesús.

La Cruz queríamos y queremos dejar que nos hable… sin intentar comprender, abrir el alma para recibir el mensaje. Cuando te dejas, te interpela, y se revela en el silencio de un cara a cara. Dicen que el icono debe ser un recuerdo constante de la finalidad de la existencia humana: llegar a ser imagen de aquello en lo que creemos, alimentados por la luz del Espíritu. El icono invita a quien lo contempla a ser eco de esa luz en el mundo.

Por tanto, la Cruz ha de ser un cruce de miradas, un cruce de vidas, que llega más allá de lo que nuestros pobres ojos pueden contemplar. Es una invitación al asombro, donde todo nos lleva a ver las cosas con ojos nuevos. Podría decirse que es un viaje al interior del alma. Preguntarse no sirve, querer entenderlo tampoco, pues siempre tiene algo que decirnos y siempre descoloca nuestros propios argumentos.


LOS SIGNOS

El 1 de marzo de 2008, en la Parroquia de Sant Francesc de Paula de Palma, tuvimos la primera oración ante la Cruz desnuda, ante la madera cortada. Los asistentes fueron escribiendo espontáneamente sentimientos, pensamientos, oraciones, compromisos... La Cruz quedó varios días en la iglesia y el Viernes Santo, 21 de marzo de 2008, oramos de nuevo ante ella. El día 4 de abril, la pintora mallorquina Carolina Amigó se llevó la Cruz para continuar preparándola. Antes la llevó a la casa de una persona con cáncer que escribió: "Gracias Dios mío por tanto bueno entre todos mis hijos. El que no coja la Cruz y me siga no es digno de mí. No permitas que yo jamás la deje". Horas después esta persona se marchó al encuentro con el Padre.

En la parte superior de la Cruz podemos ver la Paloma que representa el Espíritu Santo. Esta ha sido pintada con agua del Jordán. En el Jordán se produce una manifestación de la Santísima Trinidad. La Paloma se posa sobre el Hijo y al mismo tiempo se oye la voz del Padre. En el Jordán Dios Padre quiere mostrar que el Amor que tiene a su Amado es el mismo que dispensa a los que renacerán por el agua y por el fuego. El que emerge de las aguas del Jordán no es simplemente Jesús de Nazaret sino el Cristo total, es decir, el nuevo Pueblo de Dios totalmente identificado en su Cabeza. Dios nos dice a cada uno de nosotros "éste es mi Hijo amado en quien me complazco". La inmersión en el agua representa su muerte y su emersión nuestra resurrección en Cristo.

A la izquierda de la cruz aparecen varios peces. Debajo de ellos hay tierra de las catacumbas romanas de San Calixto, tierra pisada por cristianos perseguidos. El pez es uno de los símbolos más antiguos del cristianismo. Ya en las catacumbas de San Calixto, del año 120 d. C., aparecen los peces como primer balbuceo del simbolismo cristiano. La relación del pez con el cristianismo se debe a un acróstico de su nombre en griego, Ichthys: Iesous Christos Theou Yios Soter" (JESUCRISTO HIJO DE DIOS SALVADOR). Los cristianos, perseguidos por predicar la Palabra de Dios, se servían de este símbolo para identificarse. A partir del siglo V, la cruz se impone como el principal icono cristiano y deja de utilizarse el pez en la iconografía cristiana. Estos peces nos recuerdan que quien coge la Cruz de Jesús y le sigue pertenece al Pueblo perseguido de Dios.

A la derecha de Jesús se adivina la clave de sol. Está pintada sobre un escritura del Hermano Roger de Taizé, ya que esta comunidad ecuménica ha sido para muchos de nosotros un lugar de encuentro con Dios, y de reconciliación con los hombres y con nosotros mismos. La clave de sol representa nuestras vivencias con la música, como medio de expresar nuestra fe.

María, la Madre, tenía que estar presente. Ella siempre está presente, en silencio, con discreción. Por eso no hay una imagen de ella en el icono, pero la base de la Cruz está pintada con agua del
Santuario de Lluc, centro espiritual de Mallorca desde tiempos prehistóricos y donde se encuentra la imagen gótica del siglo XIV de la patrona de Mallorca, la "Mare de Déu de Lluc". Inmediatamente después de la conquista cristiana de Mallorca, en 1246 ya existe constancia de una capilla dedicada a la Virgen María en este lugar. La escena descrita en el Evangelio de San Juan (19, 25-28), se refiere a la Madre a los pies de la cruz de Su Hijo. María permanece junto a su hijo maltratado, pero también se está poniendo al lado del que sufre. María, estando junto a la cruz, oye la palabra de amor y se le hace grande el corazón, le nace una vocación de maternidad para toda la Iglesia. Junto a la cruz empiezan a asomar las señales de la vida.

Sobre la cruz, Jesús está resucitado, mirándote a la cara, como sólo Él sabe mirar. Es en la luz y la paz de la mañana de Pascua donde los creyentes pueden reconocer a su Salvador. Es por eso que es el signo de la vida y no de la muerte, el signo de la resurrección de Cristo y no del fracaso. Jesús, con su vida entregada restaura la libertad de todos los hombres.

El 20 de febrero, Carolina Amigó terminaba el icono. El 20 de marzo la Cruz fue bendecida por el P. Guillermo Miralles, ante más de 300 personas que oraron ante la Cruz en la Parroquia de San Francisco de Paula.
TOMADO DESDE :

domingo, 2 de mayo de 2010

HOMILIA DOMINGO V DE PASCUA. MAYO 2010


MATERIAL ELABORADO POR EL PADRE CARMELO HERNÁNDEZ DESDE TENERIFE ESPAÑA


Compartimos la vida de Cristo resucitado si nos amamos

Hechos, 14, 21-27; Sal. 144; Apoc. 21, 1-5; Jn. 13, 31-35


‘Vi un cielo nuevo y una tierra nueva… el primer cielo y la primera tierra han pasado… todo lo hago nuevo…’ Proféticamente nos habla el Apocalipsis de ese cielo nuevo y de esa tierra nueva y nos está hablando de esa plenitud que en Dios, en el cielo vamos a tener, y a los que continuamos nuestra peregrinación en medio de luchas y debilidades nos llena de esperanza.


‘La ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo enviada por Dios…’Pero proféticamente nos habla el paraíso de ese cielo nuevo y de esa tierra nueva que ya ahora tenemos que ir viviendo y realizando aunque no lo tengamos en plenitud, porque aún el pecado sigue reinando en nosotros, porque aún el dolor y el sufrimiento no ha desaparecido de todo, porque aún seguimos dejando que haya muerte en nuestra vida.


¿No es eso lo que tenemos que ir construyendo ahora cuando queremos vivir el Reino de Dios? Ese Reino de Dios no puede ser algo lejano y que nos parezca inalcanzable, sino que es algo que quienes creemos en Jesús y seguimos su camino tenemos que ir viviendo ya. Porque ya vamos viviendo la presencia de Dios entre nosotros, porque somos su pueblo, ese pueblo que El ha rescatado con su sangre y nos ha santificado. ‘Esta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos, y será su Dios’. ¿No nos recuerda lo que se nos dice en el principio del Evangelio de san Juan ‘la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros’?Esa ‘ciudad santa que descendía del cielo, esa nueva Jerusalén’ la tenemos que ir logrando, viviendo ya ahora.


‘Dios estará con ellos y será su Dios’. ¡Qué consuelo! Aún nos queda sufrimiento porque, como les decía Pablo a aquellas comunidades de Asia Menor donde había anunciado el evangelio, ‘hay que pasar mucho para entrar en el Reino de Dios’. Pero ‘el que estaba sentado en el Trono dijo: Todo lo hago nuevo’.


Es la novedad del Evangelio que nos trae Jesús; es la novedad de esa vida nueva que tenemos que vivir; es esa transformación que hemos de ir realizando en nuestra vida y en nuestro mundo. Algunas veces nos pasamos de conservadores porque nos contentamos como vivimos y pensamos que ya nada nuevo puede haber en nosotros. No es la novedad, diríamos de la novelería, sino es la novedad de esa transformación que el Señor con su gracia quiere realizar en nuestro corazón. Y cuando abrimos de verdad nuestro corazón al Señor y a su palabra nos damos cuenta de cuántas cosas tenemos que purificarnos, cuantas cosas podemos hacer mejor, en cuántas cosas nos podemos y nos tenemos que santificar.


El Apocalipsis nos habla de esa ‘nueva Jerusalén que descendía del cielo arreglada como una novia que se adorna para su esposo’. ¿Cuáles son esos adornos y esas joyas? La esposa o la novia se engalana con las joyas que le ha regalado su amor. Lo que ha recibido con amor y por amor, le sirve para adornar y enjoyar su vida para su esposo. ¿Qué nos querrá decir todo esto? Lo podemos tener bien claro. ¿No es la joya más preciosa que podemos tener en nuestra vida todo el amor que Dios nos tiene? No nos extrañe, pues, que lo que nos pida Jesús, que se mandamiento nuevo sea el del amor. Su mandamiento, nuestro distintivo, la imagen más hermosa que podamos dar de nuestra fe en El, la joya más hermosa con que podemos y tenemos que adornar nuestra vida.


‘Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros’.Qué importante lo que nos dice Jesús, lo que nos pide como respuesta de nuestra vida. La más mala imagen que nosotros podamos proyectar de nuestra fe no es que seamos débiles y pecadores, sino que no nos amemos, nuestra desunión, nuestras rencillas y rencores, los desapegos de nuestro corazón, el individualismo en que encerremos nuestra vida; en una palabra nuestra falta de amor.


Cualquiera puede comprender que seamos débiles y tengamos muchos tropiezos mientras vamos luchando, lo que es más difícil de comprender es que llevemos el nombre de cristianos y no nos amemos.Seguimos viviendo la Pascua. Cuidado con que por el hecho de que las semanas van discurriendo y pasan los día, ya veamos la pascua como algo lejano. La Pascua para el cristiano es algo que tenemos que estar viviendo siempre con intensidad. Y ya sabemos la pascua es muerte y resurrección; es un morir al pecado para renacer a una nueva vida. Y san Juan nos dirá que ‘sabemos que pasamos de la muerte a la vida si nos amamos’. El que no ama permanece en la muerte.


Si queremos vivir la pascua tenemos que pasar a la vida, resucitar, en una palabra, amarnos. En consecuencia nuestra vivencia pascual es amarnos. Cuando amamos a los hermanos estamos compartiendo de verdad la vida de Cristo resucitado, porque hemos pasado de la muerte a la vida.¡De cuántas maneras tenemos que expresar nuestro amor a los demás! En cuántas cosas concretas, en cuantos gestos, en cuantos detalles, en cuánto compromiso se tiene que traducir ese amor, esa pascua en nuestra vida, en ese día a día de nuestra convivencia con los hermanos, en la vida familiar, con aquellas personas de las que estamos rodeados en nuestro trabajo o en nuestra vida social, en el quehacer diario de nuestra comunidad cristiana.


Para concluir esta reflexión quiero resaltar algo que nos dice el texto de los Hechos de los Apóstoles. Después del itinerario realizado en su viaje apostólico, Pablo y Bernabé regresan a la comunidad de ‘Antioquia de donde los habían enviado con la gracia de Dios a la misión que acababan de cumplir. Al llegar reunieron a la Iglesia, le contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles las puertas de la fe’. Hermoso cómo la comunidad siente como algo propio todo aquello que se había realizado y dan gracias a Dios por todo ello.