domingo, 30 de agosto de 2009

HOMILIA DEL DOMINGO 30 DE AGOSTO 2009


UNA HERMOSA REFLEXIÓN PARA MEDITAR EL EVANGELIO, ENVIADA DESDE TENERIFE ISLAS CANARIAS EN ESPAÑA, POR EL PADRE CARMELO HERNÁNDEZ.
Coherencia y autenticidad en el corazón y la vidaDeut. 4, 1-2.6-8; Sal. 14; Sant. 1, 17-18.21-22.27; Mc. 7, 1-8.14-15.21-23


‘¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen tus discípulos la tradición de los mayores?’, pregunta un grupo de fariseos y letrados venidos de Jerusalén. La respuesta Jesús se la dio con palabras del profeta Isaías: ‘este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos’. Y apostilla Jesús: ‘Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres’.El Evangelista ha explicado bien lo de las costumbres convertidas en preceptos por los fariseos de lavarse las manos cuando vienen de la plaza ‘restregando bien, siguiendo la tradición de sus mayores’. Podrían haber tocado alguna cosa impura – recordemos cómo consideraban impuros a los enfermos y sobre todo a los leprosos – y eso les trasmitiría una impureza legal de la que habrían de purificarse.¿Qué era lo importante? ¿lo externo y la apariencia o lo que tiene que brotar del corazón? ¿Hacer las cosas porque siempre se han hecho así, aunque sea una rutina repetitiva y que hasta haya perdido sentido, o descubrir hondamente lo que es la voluntad del Señor y a través de su Palabra - la Palabra de Dios, no la palabra de los hombres – llenarme de nueva vida?Jesús está pidiendo coherencia de vida y autenticidad. ¡Cuánto daño hace la incongruencia! Cuando no hay coherencia y autenticidad estamos llenando la vida de mentira. Las mentiras peores no son cuando con nuestras palabras decimos una cosa por otra, sino cuando llenamos la vida de falsedad. (Algunas veces nos confesamos de que hemos dicho una mentirita piadosa y no examinamos la falsedad que pueda haber en nuestra vida). Queremos aparentar una cosa pero realmente en nuestro ser más profundo somos realmente otra cosa muy distinta. Y cuando nuestro estilo de vida lo llenamos con apariencias, lo tremendo es el vacío que a la larga hay dentro de nosotros mismos.De ahí que nuestra vida cristiana no la podamos reducir meramente al cumplimiento de unas normas o preceptos si nuestro corazón, las actitudes interiores que tengamos están bien lejos de esa fe que decimos tener simplemente porque cumplamos unos reglamentos.Muchas veces la gente te pregunta o se pregunta qué cosas tengo que hacer pretendiendo les des unas normas o unos reglamentos. Yo te diría, pregúntate qué es lo que tienes que vivir, o más bien, a quién tienes que vivir. Ser cristiano es una vida, pero que ya no es sólo vivir tu vida, sino que es vivir a Cristo en ti. Aquello que decía san Pablo ‘ya no vivo yo sino que es Cristo quien vive en mí… para mi vivir es Cristo’.Ya no serán, pues, unas normas o preceptos; es simplemente dejarte conducir por Cristo, dejarte llenar de su Espíritu y todo podíamos decir que sale como espontáneo de ese vivir en el Espíritu. Surgirá el amor, la generosidad, la bondad, la solidaridad, la justicia, la verdad y autenticidad de mi vida. En el salmo nos preguntábamos ‘Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?... el que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales…’ el que no hace daño a nadie sino que siempre busca el bien, el que no se comporta con el prójimo con tacañanería o por interés. Es que ya no sólo estamos hospedándonos en la tienda del Señor, sino más bien es Dios quien ha puesto su tienda en nosotros, habita en nosotros. Comenzábamos la reflexión recordando la pregunta con la que los fariseos querían cuestionar a Jesús del si lavarse o no las manos antes de comer y por qué los discípulos no lo hacían como mandaba la tradición. Jesús viene a decirles que la maldad no entra en el corazón del hombre porque tengamos o no las manos manchadas. Sabido es cómo en la reglamentación de los judíos en este sentido – y los fariseos eran unos expertos – tenían catalogada toda una serie de cosas que eran en sí mismas impuras y que no podían ni tocar porque era caer en una impureza legal de la que tenían que purificarse con abluciones rituales.Jesús les dice que la impureza o la maldad no nos viene de fuera, sino que la podemos tener en el corazón y que serán esos malos deseos los que nos harán vomitar maldad desde dentro de nosotros. ‘De dentro del corazón del hombre salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro’. Limpiemos de maldad el corazón. Eso es lo importante. Más aún, tenemos a quien ha venido para limpiarnos el corazón, para que lo que brote entonces de nosotros sea siempre bueno. Podríamos decir que no sólo nos enseña esa autenticidad, esa bondad, esa justicia en la que tenemos que caminar quienes nos llamamos sus discípulos, sino que El se hace vida nuestra y es nuestra salvación para perdonarnos esa maldad que tantas veces dejamos meter dentro de nosotros, sino también viene a nosotros para transformarnos con su gracia, para llenarnos de su Espíritu que nos hace hombres nuevos.‘Aceptad dócilmente la Palabra de Dios que ha sido plantada y es capaz de salvaros. Llevadla a la práctica y nos os limitéis a escucharla’, nos decía el Apóstol Santiago en su carta. Esa palabra de Dios que es nuestra inteligencia y nuestra sabiduría, como se nos decía en el libro del Deuteronomio. Que seamos, pues, ese pueblo sabio y ese pueblo santo que así acoja la Palabra de Dios, y que así sienta también la presencia de Dios en medio de nosotros. ‘Así viviréis…’ nos decía el autor sagrado en la primera lectura. Así el culto que le demos al Señor no será un culto vacío, porque habremos llenado nuestra vida de amor que es lo que agrada al Señor.

domingo, 23 de agosto de 2009

VELORIO DEL PADRE HUGO CORNELISSEN. 23 DE AGOSTO 2009

VIGILIA DE ORACIÓN PERMANENTE DURANTE TODA LA NOCHE. EN VELATORIO DEL PADRE HUGO





































HOY DOMINGO 23 de AGOSTO 2009. HA FALLECIDO NUESTRO PADRE HUGO CORNELISSEN .-


A las 07:30 Horas de Hoy Domingo 23 de Agosto 2009, ha partido a la morada del Padre Celestial, nuestro querido Pastor y Amigo, el presbítero Padre Hugo Cornelissen.
Su agonía camino del calvario se inicio ayer sábado desde las 19:00 Horas, su comunidad Obra Misionera de la Transfiguración del Señor, prolongaron una vigilia de oración durante el transcurso de toda la noche.
El Padre Hugo, partió al encuentro con Jesús, en medio de la recitación de la oración de los laudes de esta jornada, oración tradicional de los sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos comprometidos, que en todo el mundo eleva alabanzas al creador por su presencia en medio de nosotros. En este Marco de oración, se produce la partida del sacerdote Belga, que desarrolla su vida apostólica en nuestra Patria.
Los oficios Religiosos se realizaran desde hoy a las 19:00 Horas con una Santa Eucarístia en el Templo de la Parroquia de Rinconada de Silva - y su Velatorio se prolongara durante toda la noche.

sábado, 22 de agosto de 2009

EN AGONÍA SE ENCUENTRA EL PRESBÍTERO PADRE HUGO CORNELISSEN.

Desde hoy sábado 22 de Agosto 2009, a las 19:00 horas, se nos ha comunicado que debemos reforzar nuestra intensa oración, para seguir pidiendo a Jesús de la Divina Misericordia, le permita vivir a Nuestro Querido Sacerdote, una agonía tranquila
Se inicio el Tiempo de agonía y el Padre Superior General de la Obra Misionera de la Transfiguración del Señor, presbítero Ricardo Gomez H, nos invito a acompañarle a orar alrededor del padre Hugo, la Coronilla de de la Divina Misericordia y el Santo Rosario.
Esperamos se haga la Voluntad del Señor.
Por lo pronto les estaremos informando de esta noticia en desarrollo.


HOMILIA DEL DOMINGO 23 DE AGOSTO 2009.



Mis palabras son espíritu y vidaJosué, 24, 1-2.15-18; Sal. 33; Ef. 5, 21-32; Jn. 6, 61-70


MATERIAL ENVIADO POR EL PRESBÍTERO PADRE CARMELO HERNÁNDEZ DESDE TENERIFE ESPAÑA


El colofón del discurso del pan de vida de Jesús en la sinagoga de Cafarnaún no fue nada exitoso. Si ya habían ido poniendo pegas por no entendían o les costaba aceptar lo que Jesús les decía, ahora vemos que son muchos los que ya no querrán seguir con Jesús.




‘Desde entonces muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con El’. Aunque tenemos que reconocer que no todo fue negativo, pues esta situación servirá para que se manifestara la fe de Pedro y los Apóstoles y sus deseos de estar siempre con El. ‘¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida terna: nosotros creemos y sabemos que Tú eres el Santo, el consagrado por Dios’. Una profesión de Pedro a Jesús en el evangelio de san Juan en el mismo sentido de lo que los sinópticos nos traen en la confesión de fe en Cesarea de Filipo. ‘Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo’.




Decíamos que los judíos de Cafarnaún no entendían o les costaba aceptar. Sigue sucediendo. Nos cuesta entender. Nos cuesta aceptar las palabras de Jesús. Muchas veces queremos que sean otras, que hubiera dicho otras cosas. También nos pueden parecer duras, difíciles, exigentes… Cuántas veces escuchamos a la gente decir que la Iglesia tiene que cambiar, que tiene que tomar otras posturas o posiciones diferentes en muchas cuestiones que son candentes en la sociedad de hoy. Todo el mundo quiere opinar.




Todo el mundo quiere que las cosas sean según su parecer. Es fácil achacar a posturas inamovibles y ultraconservadoras y a falta de progresismo, como se dice hoy.Habría que ver cuál es el verdadero progreso. Porque si progreso es el eliminar vidas inocentes con el aborto o con la eutanasia, si progreso es contribuir a la destrucción del matrimonio y la familia, la verdad que no entiendo de progreso.




¿Progreso es una cultura de la muerte? ¿Progreso es destrucción de la vida o de la institución de la familia? ¿Progreso es ese permisivismo moral y sexual que se quiere imponer a la sociedad, por emplear unas palabras menos duras? ¿Progreso es querer eliminar a Dios de la vida del hombre, y de la presencia de lo religioso o de los signos cristianos en nuestra sociedad?Me han salido casi de forma espontánea en mis reflexiones estos pensamientos porque además son cuestiones candentes y muy presentes hoy en nuestra sociedad. Pero partiendo igualmente de lo que les costaba entender y aceptar las palabras de Jesús, también podríamos pensar en otras cuestiones que afectan a la comprensión de la fe.




Les costaba a los judíos entender el misterio de la persona de Jesús y en concreto el misterio de la Eucaristía del que les estaba hablando. Muchas dudas en el orden de la fe y de la comprensión del misterio de Dios nos siguen surgiendo hoy a los cristianos, que por otra parte denotan en muchos casos unas profundas carencias en la formación cristiana y el conocimiento de la fe. Ya nos decía el apóstol que necesitamos saber dar razón de nuestra fe y nuestra esperanza.




Y es un fallo que se aprecia en muchos cristianos.Jesús nos ha hablado, por ejemplo, de vida eterna y de resurrección y esas son cosas que cuesta entender a muchos y que no todos, incluso diciéndose cristianos, llegan a comprender y aceptar. Y así podríamos pensar en muchas otras cosas. Es necesario una toma de postura clara y valiente desde nuestra fe en Jesús. Y es que no podemos andar a medias tintas. Hay que decantarse, clarificarse. Es lo que de alguna manera Jesús les estaba planteando a los discípulos. ¿Qué es lo que buscamos en Jesús? ¿Simplemente que nos diga palabras bonitas que nos halaguen o no nos molesten? ¡Qué fácil es aceptar los milagros y admirarnos ante ellos, pero cuánto nos cuesta comprender que son signos para nosotros de algo que Cristo nos pide o nos ofrece!Muchas veces, por otra parte, queremos un cristianismo sin exigencias, a lo fácil y cómodo. Otras sólo creemos en lo que vemos o lo que nos cuadra con nuestros razonamientos preconcebidos.




Habrá cosas que nos cueste entender y para eso está el obsequio de nuestra fe. Jesucristo es revelación del Misterio de Dios y del Misterio del amor de Dios para con nosotros. Y a esa revelación que nos hace Jesús hemos de dar respuesta.Realmente tendríamos que decir que no nos cabe en la cabeza tanta locura de amor como Dios manifiesta por nosotros. Pero si así es tan grande su amor, y bien que nos gusta sentirnos amados, aceptemos su Palabra, aceptemos el plan de vida que El tiene para nosotros y sepamos comprender que con lo que nos pide, nos revela o nos plantea, lo que El quiere para nosotros es salvación y es vida. Hoy nos ha dicho: ‘Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo algunos no creen’. Que nosotros seamos capaces de dar la respuesta de Pedro.




Jesús les había dicho cuando la gente comenzó a abandonar a Jesús: ‘¿También vosotros queréis marcharos?’ Es la pregunta a los apóstoles y es la pregunta que también nos hace a nosotros hoy. ‘Tú tienes palabras de vida eterna’, fue la respuesta de Pedro. Nos recuerda lo que se decía en el libro de Josué en la primera lectura. ‘Lejos de nosotros abandonar al Señor… El es nuestro Dios, el que nos sacó a nosotros y a nuestros padres de Egipto, de la esclavitud’. Lejos de nosotros abandonar al Señor que tanto nos ama.




Nos cuenta, nos llenamos muchas veces de dudas. Ahí tiene que estar el obsequio de nuestra fe. ‘¿A quién vamos a acudir?’ Sabemos y creemos. Creemos y queremos seguir con Jesús, llenarnos de vida. Es hermoso. El se ha hecho vida y alimento de nuestra vida. Queremos comerle, porque queremos tener vida eterna, porque queremos que El nos resucite el último día, que nos dé vida para siempre.

domingo, 16 de agosto de 2009

HOMILIA DOMINGO 16 DE AGOSTO 2009.


MATERIAL DE REFLEXIÓN PASTORAL ENVIADO POR NUESTRO AMIGO SACERDOTE PRESBÍTERO CARMELO HERNÁNDEZ, DESDE TENERIFE ESPAÑA


Eucaristía, banquete de nueva vida, alimento de vida eternaProv. 9, 1-6; Sal. 33; Ef. 5, 15-20; Jn. 6, 51-59


‘La sabiduría ha construido su casa, plantando siete columnas, ha preparado el banquete, mezclado el vino y puesto la mesa… venid a comer mi pan y a beber el vino que he mezclado, dejad la inexperiencia y viviréis…’ Así nos hablaba el libro de los Proverbios. Un banquete que está preparado y nosotros invitados. Varias parábolas del evangelio nos repiten la invitación para acercarnos a la mesa del Reino de los cielos.


Hoy mismo Jesús con palabra clara nos dice que vayamos a El y le comamos, y así tendremos vida para siempre.Creer en Jesús y seguirle. Creer en El y unirnos a El. Creer en El y vivirle. Creer en El y comerle para que tengamos vida eterna y seamos resucitados con El en el último día. Es el recorrido que hemos ido siguiendo en la medida en que hemos ido escuchado su evangelio. Fe para creer en el que nos llevará a vivir su misma vida.Se hace comida. ‘Yo soy el pan vivo bajado del cielo, el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo le daré es mi carne para la vida del mundo…’ No estamos hablando en simples imágenes sino en realidades. No es un simple signo que se queda fuera de lo significado, sino algo que es realidad viva, por eso cuando vamos a comer a Cristo en la Eucaristía no es un simple pan lo que comemos sino que es Cristo mismo. Ante la Eucaristía nos postramos y adoramos porque estamos adorando a Dios. Es verdaderamente el Cuerpo y la Sangre de Jesús; es Cristo mismo que está real y verdaderamente presente. Es, pues, a Cristo a quien comemos. Cristo que se hace alimento, que se hace comida. Cristo que se nos da y no simbólicamente sino de forma real y verdadera.Comemos para tener vida. La comida que ingerimos se asimila de tal manera por el organismo humano que se hace vida en nosotros, es lo que hace que podamos vivir, es nuestro alimento para vivir. No podemos luego diferenciar y separar aquello que hemos comido del resto del nuestro organismo, sino que el alimento que comemos es el que nos hace vivir.Así es cuando comemos la Eucaristía, a Cristo en la Eucaristía. Su vida se hace vida nuestra. Y porque El es vida eterna, nosotros comenzamos a tener vida eterna. ‘El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, nos repite Jesús. Yo lo resucitaré en el último día… yo vivo por el Padre, continúa diciéndonos Jesús, del mismo modo el que me come vivir por mí… el que come de este pan vivirá para siempre’.


Podría parecer un juego de palabras, o una repetición innecesaria. Pero no es así. Es cierto que Jesús nos lo repite una y otra vez, para que lo comprendamos, para que lo deseemos, para avivar nuestra esperanza y nuestros deseos de Dios y de vida eterna, para que tengamos verdaderamente hambre de Dios.No terminaban de entenderle los judíos. Veremos incluso que muchos van a abandonar el seguimiento de Jesús. ‘¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?’, se preguntaban los judíos, como antes habían dicho que cómo puede decir que ha bajado del cielo si nosotros le conocemos, que es el hijo del carpintero de Nazaret, que es el hijo de María y de José. Tenemos que reconocer que eran difíciles las palabras de Jesús. Nosotros mismos por más que digamos que sí lo entendemos, no terminamos de comprender y vivir con toda plenitud el misterio de la Eucaristía. Pensemos en lo que muchos cristianos han convertido la Eucaristía, las motivaciones verdaderas por las que muchos vienen a Misa. Un rito mágico o casi mágico que celebra el sacerdote es para muchos la misa; algo a lo que nosotros nos contentamos con asistir o algo de lo que nos valemos simplemente para pedir por los nuestros o por otras necesidades que tengamos del tipo que sea.Cristo se nos da en la Eucaristía y se hace comida nuestra para que tengamos vida, para vivir El en nosotros y nosotros en El. ‘El que come mi carne y bebe mi sangre… que es verdadera comida y verdadera bebida… habita en mí y yo en El’.


Si comemos a Dios, Dios habita en nosotros. Es su Cuerpo entregado. Es su Sangre derramada. Es banquete porque es comida en que El mismo se nos da para que le comamos; pero también es la señal, el signo del gran sacrificio, de su entrega hasta el final por nosotros. Por eso la Eucaristía es la gran celebración de la Pascua de Cristo para el cristiano. Por eso en la Eucaristía tenemos que morir para vivir. Con Cristo también nosotros nos inmolamos para dejar atrás nuestras muertes, para comenzar a vivir una vida nueva, distinta. La Eucaristía es señal de Pascua, es señal de resurrección. Nos lo ha dicho Jesús, que El nos resucitará para que tengamos su misma vida para siempre.


Por eso de la Eucaristía tenemos que salir siempre transformados. Después de cada Eucaristía en que comamos a Cristo tenemos que salir renovados, nuevos, con nuevas actitudes, con nuevos compromisos, con nuevos deseos de bien, en una palabra, con vida nueva.¡Qué misterio de amor más grande que Cristo se nos dé así en la Eucaristía! ¡Cómo tenemos que darle gracias por esa posibilidad que El nos da de vivir su misma vida!¡Con cuánta fe y con cuánto amor tenemos que venir siempre a la Eucaristía, pero nunca como meros asistentes ni espectadores, sino implicándonos siempre y dejándonos transformar por esa vida nueva que Cristo nos da!

CELEBRIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA. HOMILIA


Una Aportación de Nuestro Amigo Sacerdote Desde España. Presbítero Carmelo Hernández.-


En la Asunción de María vislumbramos la gloria que un día podemos alcanzarApc. 11, 19; 12, 1.3-6.10; Sal. 44; 1Cor. 13, 20-27; Lc. 1, 39-56


Todas las fiestas de María nos llenan de alegría porque son la fiesta de la madre. Cómo no se van a gozar los hijos en la fiesta de la madre. Pero, si queremos, esta fiesta de la Asunción de la Virgen en cuerpo y alma al cielo nos llena de mayor alegría y nos hace rebrotar la esperanza en nuestro corazón. Nos lo señalan a cada paso cada uno de los textos de la liturgia de esta fiesta. ‘María ha sido llevado al cielo; se alegra el ejército de los ángeles’, decía una antífona de la liturgia de este día. Se alegran los ángeles, se alegra la Iglesia, nos alegramos todos sus hijos, se gozan todos los pueblos, porque, como ella misma diría, ‘me felicitarán todas las generaciones…’ Y es que hoy estamos celebrando la glorificación de María. Llevada en cuerpo y alma al cielo como una primicia después de Cristo para que contemple y viva ya por toda la eternidad la gloria del Señor en la visión de Dios. Es ‘la mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas’, de la que nos habla la Apocalipsis para referirse a la Iglesia, nueva Jerusalén, pero en la que nosotros contemplamos también a María. El camino de María es nuestro camino y es el camino de la Iglesia, porque seguimos sus pasos. Y la gloria de María es la imagen de la gloria de la Iglesia, la imagen y el espejo de la gloria que un día también recibiremos en la visión de Dios por toda la eternidad.Maria fue la primera que recibió los frutos de la redención de Cristo.
En virtud de los méritos de su Hijo fue preservada de toda mancha de pecado para vivir para siempre llena de gracia, como la llena de la vida de Dios. ‘El Señor está contigo… llena eres de gracia…’ le dijo el ángel en la anunciación. La contemplamos Inmaculada, purísima, desde el primer instante de su concepción. Preservada del pecado original porque iba a ser la madre de Dios, justo era que ella fuera también la primera criatura en ser llevada al cielo para gozar de la visión de Dios, a gozar de la Pascua eterna del cielo.Contemplar ese camino de la gloria de María es para nosotros aliciente, ejemplo y estímulo en nuestro peregrinar. En medio de tantas oscuridades que nos rodean en la vida necesitamos un faro de luz que nos ilumine y nos señale el camino seguro hacia el puerto de nuestra salvación. En nuestra lucha contra el pecado y el mal necesitamos saber que la victoria es posible, que podemos alcanzarla y que un día todo será para nosotros luz, dicha y salvación eterna. Merecen la pena las luchas, los trabajos, los esfuerzos porque tenemos asegurada la victoria. Nos lo está diciendo esta fiesta de María en su Asunción, en su glorificación.
Tenemos que caminar hacia la montaña como María, tal como nos lo señala hoy el evangelio. ‘María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá… a casa de Isabel’. Ponernos en camino a la montaña será ir al encuentro con el otro como lo hizo María, que fue al encuentro de su prima Isabel en esa actitud profunda de servicio de quien ‘se quedó con Isabel unos tres meses’, como nos dice el evangelio, antes de volverse de nuevo a su casa.Ponernos en camino a la montaña será la actitud de servicio o será nuestra honda y profunda que empapa y envuelve toda nuestra vida, para nunca dudar, para siempre creer, esperar y amar; una fe que nos levanta y nos pone en camino; una fe que nos levanta y nos pone en camino, que nos hace ponernos en pie ante Dios para decir Sí como María; nos levanta y nos pone en camino porque nos hace abrirnos a Dios, para dejar que Dios actúe en nosotros, para que Dios venga y haga maravillas en nosotros, como lo hizo con María. ‘El Poderoso ha hecho obras grandes en mí, su nombre es Santo’, reconocería y proclamaría María. Ponernos en camino a la montaña es saber mirar con mirada nueva todo cuanto es nuestra vida y la vida de los que nos rodean; es el sentido nuevo de nuestra vida que descubrimos desde nuestra fe; es el sentido nuevo de los hombres y mujeres que están a mi lado que ya serán para mí para siempre unos hermanos.Ponernos en camino a la montaña nos levanta y nos compromete, nos hace mirar hacia arriba, nos hace poner altos ideales y sublimes metas en nuestra vida, para que no nos quedemos a ras de tierra.
Es la fe que nos hace trascender en nuestra vida. Iremos más allá porque pensamos en la vida eterna que podremos vivir en Dios; vida de dicha, de gloria, de felicidad como ya estamos contemplando en María. Alegrémonos, gocémonos con María y cantemos con toda la Iglesia la gloria de María. Porque contemplar a María nos hace mirar hacia arriba, aspirar al cielo, nos llena de ansias de eternidad. En el día de la Ascensión del Señor, cuando se aparecieron los ángeles a los discípulos que miraban embelesados cómo Jesús subía al cielo, les dijeron ‘¿Qué hacéis ahí parados mirando al cielo?’; también nosotros ahora en la fiesta de la Asunción de María nos quedamos entusiasmados mirando al cielo. Queremos subir con María; queremos ir tras María, porque sabemos que ella es la primera, la primicia, que participa ya de una gloria a la que nosotros también estamos llamados y que esperamos un día alcanzar.Hemos pedido hoy en la oración que ‘aspirando siempre a las realidades divinas, lleguemos a participar como ella de su misma gloria en el cielo’. Y pediremos también que ‘nuestros corazones, abrasados en el amor de Dios, vivan siempre orientados hacia Dios’.
Es que María nos enseña a que nuestra vida esté siempre centrada en Dios. Ella no es la luz, es la madre de la Luz, es el faro que nos orienta y no nos perdamos, para que vayamos a donde está la Luz verdadera. Hoy la celebramos también en nuestra tierra canaria como la Candelaria, la portadora de la luz, porque es la portadora de Cristo a quien lleva en sus brazos, a quien nos está señalando y diciendo que El es la luz verdadera. Por María vayamos hasta Jesús

sábado, 8 de agosto de 2009

HOMILIA DEL DOMINGO 09 DE AGOSTO 2009


APORTE DEL PADRE CARMELO HERNÁNDEZ DESDE TENERIFE ESPAÑA.


Yo le resucitaré en el último día1Rey. 19, 4-8; Sal. 33; Ef. 4, 30-5, 2; Jn. 6, 41-52


¿Queremos morir o queremos vivir? Unza angustia permanente del hombre de todos los tiempos es la muerte. No nos queremos morir ni queremos que se nos mueran los seres queridos. ¿Cómo reaccionamos nosotros? ¿Cómo reacciona la gente de nuestro entorno ante el hecho de la muerte? Hay quien tiene una reacción fatalista y estoica, como hay quien se desespera, pero unos y otros pueden terminar viviendo en la práctica una negación de la trascendencia y de la posibilidad de una vida más allá de la muerte corporal, y hasta una negación de la vida eterna. Aunque nos parezca que lo tenemos claro, muchos a nuestro alrededor no lo tienen tan claro.Y Jesús hoy nos habla de resurrección, de no morir o de vivir para siempre. Pero para ello nos habla de creer en El, nos exige creer en El, porque el que cree en El, nos dice, tiene vida eterna.


¿Cómo entender todo esto? ¿Qué tiene que ver esta vida que nos ofrece Jesús con esas ansias de vida que tenemos nosotros que no queremos morir?Veámoslo. Hemos visto en el evangelio que los judíos le critican porque les dice que El ha bajado del cielo. Ellos le conocen, saben que es de Nazaret, conocen a su familia, saben que es el hijo del carpintero. ¿cómo es que les dice ahora que El ha bajado del cielo?Jesús les responde hablándoles de ir a El, pero les dice ‘Nadie puede venir a mí, si no lo trae el Padre que le ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día’. Hay que ir a Jesús para creer en El y ser por El resucitados y llenos de vida eterna. No es cuestión de nuestro voluntarismo, simplemente de que nosotros queramos o no. Es cuestión de gracia Dios que nos atrae y a la que nosotros hemos de dar respuesta. Escuchar al Padre en nuestro corazón para llegar hasta Jesús; como en otra ocasión que nos dirá que es necesario escucharle y conocer a Jesús para conocer al Padre, e ir hasta el Padre. ‘Todo el que escucha lo que dice el Padre, viene a Mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que viene de Dios. Ese ha visto al Padre’. Cuestión de gracia, de sentirlo en nuestro interior, de dejarnos conducir por El. Cuestión de fe. Porque ‘el que cree tiene vida eterna’.Decíamos al principio que queremos vivir, no queremos morir, pero quizá no tenemos trascendencia en la vida y no creemos en la vida eterna.


Prueba de ello es la manera cómo se vive la vida. Vivimos pensando sólo en el momento presente. Algunos dicen, y no sé si lo dirán con seriedad, que nadie ha venido para contarnos del más allá. Si lo que queremos es palpar con nuestras manos para poder estar convencidos, lo tenemos difícil, pero diríamos que no sólo en esta cuestión de la vida eterna, sino en todo lo que sea creer o aceptar lo que otro nos dice. Algunos pretenden ponerlo en duda todo. ¿Cómo no van a poner en duda también la vida eterna de la que nos habla Jesús? Es cuestión de fe y cuestión de creer en Jesús. Fe que no es una quimera o un sueño. El que tiene fe de verdad tiene de hecho una experiencia interior tan profunda o más que todas las otras razones que puedan darnos en la vida para otro tipo de cosas. Si te abres a la fe de verdad y te dejas conducir por Dios vas a tener una experiencia de Dios muy profunda en la vida. Ahí encontraremos todas las razones, todas las motivaciones para esa fe. Encontraremos la fuerza para creer y para vivir.La primera lectura nos ha hablado en parte de esa experiencia de Dios que tuvo el profeta Elías. ¿Dudas en su interior? ¿cansancio en sus luchas? ¿angustia interior por lo difícil que le resultaba el cumplimiento de su misión? Por todo eso y mucho más estaba pasando el profeta. Quería morirse. ‘Caminó por el desierto una jornada de camino y al final se sentó bajo una retama y se deseó la muerte diciendo: Basta ya, Señor, quítame la vida, pues yo no valgo más que mis padres…’Allí estaba el primer paso de esa experiencia de Dios, porque realmente él no había dejado de creer. El ángel de Dios, el pan, la jarra de agua a su lado… escuchamos en el texto. ‘Levánte y come…’ le dice el ángel por dos veces, ‘que el camino es superior a tus fuerzas… Y con la fuerza de aquel alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios’. Allí se completaría la experiencia de Dios que le hizo volver para terminar de cumplir su misión profética.Un pan de Dios que le dio fuerza, que le dio vida. Como pan de Dios era el maná que Dios dio a los israelitas en el desierto para llegar a la tierra prometida. Pero con aquel maná murieron los israelitas. Ahora Cristo promete un pan que el que no coma no morirá, vivirá para siempre. ‘Este es el pan que baja del cielo para que el hombre coma de él y no muera… yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre’. Ya nos lo había dicho: ‘El que viene a mi… yo lo resucitaré el último día… el que come de este pan tiene vida eterna…’ Ya Jesús nos está diciendo nuevas cosas en esta progresión del discurso del Pan de vida. Creer en El – como escuchamos el domingo pasado -, comerle porque es el Pan de vida. Su carne es el pan de vida que El nos da para la vida del mundo. Pero ya sabemos cómo tenemos que alimentarnos de El. Es nuestro alimento. Comiéndole a El tendremos vida.El camino es superior a nuestras fuerzas. Cuánto tenemos que hacer, o de cuánto tenemos que despojarnos. Recordemos brevemente lo que nos decía la carta a los Efesios. Nos señala cuál es el verdadero vivir, cuál es la verdadera vida. Marcados por el Espíritu del Señor lejos de nosotros las amarguras, la ira, los enfados e insultos, toda maldad. Eso es muerte. Tenemos que revestirnos de bondad, de comprensión, siendo capaces de perdonarnos siempre unos a otros. ‘Como Dios os perdonó en Cristo… vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave olor’. Y todo eso lo podemos hacer si nos llenamos de Cristo, si nos alimentamos con ese Pan de Vida que Cristo nos da, que es El mismo. Así tendremos vida y vida para siempre.

miércoles, 5 de agosto de 2009

HOMILIA DE LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR.


Los evangelistas nos narran con muchos detalles la transfiguración de Jesús en la montaña alta que nosotros reconocemos por el Tabor en medio de las llanuras de Galilea.El resplandor de las vestiduras ‘de un blanco tan deslumbrador como no puede dejarlos ningún batanero del mundo’, nos dice Marcos.Los tres sinópticos nos hablan de los dos personajes, Moisés y Elías que hablan con El; sólo Lucas nos dirá que ‘hablaban de la muerte que iba a consumar en Jerusalén’.Tanto Marcos como Mateo nos señalan la prohibición de que de que ‘no cuenten a nadie lo que han visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos’, aunque ello no lo entendían.

Como vemos todo el misterio de la Transfiguración de Jesús en el Tabor está referenciado a la Pascua, a su muerte y a su resurrección. Es allí donde todos podremos contemplar ya a Jesús como el Señor, lleno de la gloria de Dios.

Los tres nos refieren la voz venida del cielo: ‘este es mi Hijo amado, el escogido, mi predilecto: escuchadle’.Pedro nos explicará que han sido ‘testigos oculares de su grandeza’; y nos dirá más aún que ‘esta voz traída del cielo la oímos nosotros, estando con El en la montaña sagrada’.¿Qué significado tiene la transfiguración de Jesús? Manifestar su gloria, fortalecer y alentar la fe y la esperanza de los discípulos y de la Iglesia.

No es sólo la gloria del Señor lo que se manifiesta cuando ‘les da a conocer en su cuerpo, en todo semejante al nuestro, el resplandor de su divinidad’. Si ése es el resplandor y la gloria de la Cabeza, todo el Cuerpo está llamado a la misma gloria y resplandor. Se está expresando con estas palabras en el prefacio todo lo que es el misterio del Cuerpo Místico de Cristo. Unidos a Cristo, con Cristo resplandeceremos. Todo el Cuerpo de Cristo va a resplandecer con el resplandor y la gloria de Cristo. Es nuestra esperanza. Es nuestra confianza,‘Revela en sí mismo la claridad que brillará un día en todo el cuerpo que le reconoce como cabeza suya’. Así nos lo explica el prefacio. Es el resplandor de la Iglesia, nuestro propio resplandor y santidad.Es una prefiguración maravillosa de nuestra perfecta adopción como hijos. ‘Este es mi Hijo amado, predilecto, escogido’, le dice el Padre a Jesús en lo alto del Tabor, pero para que nosotros lo escuchemos.Tu eres mi hijo amado, yo te he escogido, te he llamado, nos dirá a nosotros también. Cristo Jesús ha muerto por ti, te ha lavado con su sangre, te ha llenado de vida nueva, te ha dado su Espíritu para que seas hijo por adopción. Sólo Jesús, el Hijo de Dios, lo es por naturaleza. Pero Dios quiere llamarnos sus hijos. Como dirá san Juan en su primera carta, no sólo nos llama sino que lo somos en verdad.


Con los resplandores de tu luz límpianos de la mancha de nuestros pecados, le pediremos a Jesús. Nosotros tenemos también que resplandecer. Muchas son las manchas de nuestros pecados que nos han quitado ese resplandor. Por eso le pedimos que nos purifique, que nos llene de los resplandores de su luz. Que nos alimentemos de Cristo, Pan de vida que da vida al mundo, para que así nos transformemos a imagen de Jesús. Comiéndole a El en la Eucaristía de tal modo asimilaremos su vida en nosotros que viviremos una nueva vida, que no es nuestra vida sino la de El.--


Publicado por Carmelo Hernández González para la semilla de cada dia el 8/06/2009 12:00:00

HOY JUEVES 06 de Agosto 2009. CELEBRAMOS EL MISTERIO DE LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR


Celebranos hoy la fiesta de la Transfiguración del Señor, y según nos dice el Evangelio según San Mateo, Jesús tomando consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, se los llevó a una montaña alta y se transfiguró delante de ellos. Su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.

Y se les aparecieron Moisés y Elias conversando con él. Estos tres discípulos, como lo serán en otras ocasiones, fueron escogidos por el Señor para ser testigos de su gloria. Moisés y Elías, representan la Ley y los profetas respectivamente. A uno, se le entregó la Ley de Dios en el Sinaí para el pueblo de Israel, al otro, se le denomina el padre de los profetas. Ambos vienen a dar testimonio de Jesús, en quien se cumple lo que dice la Ley y los profetas.


Este acontecimiento, nos enseña hoy que hay que dejarse transfigurar, transformar cada día por el Señor. Que hay que seguir adelante aquí en la tierra aunque tengamos que sufrir, con la esperanza de que el Señor nos espera con su gloria en el cielo. A entender que el sufrimiento cuando se ofrece a Dios, se convierte, se transfigura en sacrificio agradable a Dios, en participación de su pasión. Jesús sufrió, y así se desprendió de su vida para salvarnos. A tomar conciencia que aunque la misericordia de Dios es infinita, el cielo hay que ganarselo cada dia con detalles concretos de amor y servicio para Dios y para los demás.


Señor, que bien se está a tu lado cuando las cosas van bien, y te ven transfigurado. Luego, cuando te vean desfigurado, "varón de dolores", todos te abandonarán y huirán. ¿Nos darás las fuerzas necesarias para quedarnos siempre contigo, en los misterio de luz y en los de dolor?.